No sé cómo la película y el cómic en el que se basa pueden ser tan diferentes, y es que solamente tienen en común la premisa: el protagonista, Wesley Gibson, es un fracasado. Tiene un trabajo de mierda y su novia se la pega con su mejor amigo. Entonces aparece una mujer, Fox, que le dice que su padre era el mejor asesino del mundo y que fue asesinado la noche anterior. La lleva ante el jefe de la organización y éste lo invita a ocupar el puesto de su padre. Hasta ahí. Bueno, lo de las moscas y las ostias que le dan también sale en el cómic, pero nada más. Ni telar del Destino, ni dar efecto a las balas ni leches. Además la historia es muy diferente (¡Si hasta Fox es negra, por Dios!).
Los villanos de todo el planeta unieron sus fuerzas y acabaron con todos los superhéroes. Luego se repartieron el mundo, un continente para cada supervillano y crearon la tecnología que les permitía ir a otras realidades alternativas para seguir matando superhéroes.
Wesley se une a la Fraternidad, pero a diferencia de la película, que lo ponen de héroe, aquí se convierte en un asesino sin escrúpulos, matando primero a inocentes a l azar y luego a los que lo han jodido a lo largo de toda su vida.
¿Y por qué lo hace? Pues porque es lo mejor a lo que puede aspirar. O es eso o regresar a su mediocre vida anterior. Es entonces cuando entra en escena el malo. Mr. Rictus, el líder de Australia, (que se parece mucho a Black Mask, véase Batman), no tiene suficiente con su isla y ataca a la Fraternidad de América (la de Wesley). La batalla es una auténtica masacre, y al final del penúltimo número hay un giro sorprendente, totalmente inesperado.
El cómic me ha gustado mucho (mucho más que la película, que pasado cierto punto pierde consistencia). Tiene parte divertidas y otras bastante sangrientas, aunque la última página no la entendí muy bien.
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