1961: En un caluroso día de verano, mientras su familia se va de picnic al arroyo de su granja en Suffolk, la adolescente Laurel se esconde en su casa del árbol y allí fantasea con un muchacho llamado Billy y sus planes de huir a Londres para cumplir su sueño de convertirse en actriz. Pero antes de que esa tarde termine será testigo de un crimen horrendo.
2011: siendo ya una célebre actriz, Laurel regresa al hogar de su infancia para, con ayuda de sus hermanas, hacerse cargo de su anciana madre, que sufre serias pérdidas de memoria y no le queda mucho tiempo de vida. Laurel tiene un vago recuerdo de lo que vio aquel día de 1961, pero algo no encaja en la versión que su madre dio a la policía sobre lo sucedido.
Así que escarbando en su memoria y con ayuda de su hermano Gerry, tratará de esclarecer el misterio, de qué conocía su madre a aquel desconocido que la abordó en su casa, una historia que se remonta hasta la Segunda Guerra Mundial.
Al comienzo del libro no me parecía tan bueno como los otros dos que leí de la autora (El jardín olvidado y La casa de Riverton), pero una vez te metes de lleno en la historia, en el misterio que rodea a los tres protagonistas principales, la cosa cambia notablemente, acabas enganchado y no puedes parar de leer. Y al final hay una revelación que no te esperas y te vuela la cabeza. Es increíble. Muy buena lectura.