Charlie
Bucket es un niño que vive con sus padres y sus abuelos maternos y
paternos en una vieja casa destartalada y a duras penas consiguen
subsistir con el dinero que trae a casa el padre de Charlie,
situación que se agrava cuando el hombre pierde su empleo.
El
día que Charlie espera con más ilusión es el día de su
cumpleaños, pues es el único día del año en el que puede
comprarse una tableta de chocolate. Willie Wonka es el propietario de
la única fávrica de chocolate de la ciudad y su chocolate es el más
rico del mundo. Hace años su fábrica daba trabajo a la mayoría de
los habitantes de la ciudad, hasta que Willie Wonka descubrió que
algunos de sus trabajadores le estaban espiando para la competencia,
y echó a todo el mundo a la calle y cerró la fábrica. Pero
últimamente se ha visto salir humo de las calderas de la fábrica y
todos pensaron que volvería a darles trabajo, pero no ha sido así y
nadie ha visto a Willie Wonka en todo este tiempo.
Este
año Charlie tiene un motivo más para desear que llegue el día de
su cumpleaños: Willie Wonka ha decidido abrir las puertas de su
fábrica a los cinco niños que encuentren los cinco billetes dorados
que ha escondido entre los millones de tabletas de chocolate Wonka
que se venden en todo el mundo.
Al
solo poder comprar una tableta de chocolate, Charlie sabe que él no
será uno de los niños afortunados, pero se deja contagiar por la
ilusión de su abuelo Joe, que hace años trabajó en la fábrica de
chocolate y le cuenta las maravillas que había en su interior y cómo
era el señor Wonka. Como era de esperar, su tableta de chocolate no
es una de las agraciadas y todos quedan decepcionados en la familia,
pero el abuelo Joe no deja que Charlie pierda la esperanza y le da
una moneda para que se compre otra tableta, pero esta tampoco
contiene el billete dorado.
El
primer billete aparece poco después de difundirse la noticia de los
cinco billetes dorados y los siguientes no tardan mucho en ser
descubiertos, con excepción del último.
Charlie
se ha resignado a no ser el quinto niño afortunado, pero un día
encuentra en la calle una moneda y decide probar suerte una última
vez, y sorprendentemente encuentra el último billete dorado.
Charlie
le pide a su abuelo Joe que lo acompañe para agradecerle que lo
animara a no perder la esperanza y en la fecha señalada se presentan
en las puertas de la fábrica junto a los otros niños y sus padres,
ilusionado por descubrir el secreto que Willie Wonka esconde entre
sus paredes.
Roal
Dahl es uno de los autores infantiles más conocidos y muchos de sus
libros fueron adaptados al cine (Charlie y la fábrica de chocolate,
Matilda, Las brujas, Jim y el Melocotón gigante... ). Recuerdo que
en el colegio nos pusieron de leer el de Matilda de lectura
obligatoria y cuando me tocaba leer en voz alta me daba tal ataque de
risa que no podía continuar y tenía que seguir otro (de hecho
“Matilda” es uno de mis libros infantiles favoritos y me lo he
leído varias veces, y la película me encanta).
De
niño vi la primera adaptación de”Charlie y la fábrica de
chocolate”, la de Gene Wilder, y la de Tim Burton la he visto como
3 o 4 veces (volví a verla tras leer el libro). En mi biblioteca
tienen todos los libros de Roal Dahl arriba mencionados y algunos
más. Yo siempre quise leer este libro, pero como tengo un montón de
libros pendientes siempre lo dejaba para más adelante o simplemente
se me olvidaba, pero esta vez decidí coger el toro por los cuernos y
leerlo de una vez por todas. El libro me ha encantado, claro. Es muy
divertido y tiene una prosa muy sencilla que hace que te lo leas en
muy poco tiempo. Claro que al ser para niños es obligado que sea
fácil de leer.
A
continuación, la segunda parte.
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