Ellery
Queen es el seudónimo bajo el que Frederick Dannay y Manfred
Bennington Lee, dos primos, publicaron una gran cantidad de novelas
policiacas a lo largo de casi 50 años, de 1929 a 1974, pero también
es el nombre del protagonista de la mayoría de sus novelas, una
especie de Sherlock holmes del siglo XX que a falta de un Watson que
le acompañase escribía él mismo las novelas sobre sus casos. Yo he
leído algunas de sus novelas y me gustaron mucho, tenían muchos
giros y sorpresas y mucho trabajo deductivo, como los libros de
Sherlock.
Pero
Ellery Queen no es el único seudónimo de estos dos escritores. Bajo
el seudónimo de Barnaby Ross escribieron la serie de Drury Lane, que
consta de cuatro libros y de la que el presente libro es el último.
Yo no me leí ninguno de los anteriores pero no es necesario ya que
no hay referencia alguna a ellos.
El
protagonista es el inspector Thumn, un policía retirado metido a
detective privado que tiene a su hija Patience de ayudante. Un día
entra en su oficina un personaje disfrazado de una forma bastante
estrafalaria que le pide que le guarde un sobre, por lo que le da un
billete de mil dólares. El hombre lo llamará el día 20 de cada mes
y si algún día 20 no llama entonces deberá abrir el sobre pero
únicamente en presencia de Drury Lane.
Drury
Lane es un conocido actor de teatro que ha tenido que retirarse
debido a su sordera (pero lee los labios perfectamente) y que ejerce
de detective privado como hobby. Es un viejo amigo de Thumn y ha
colaborado con él en varios casos.
Paralelamente
a este misterioso asunto, Thumn acepta el caso de Georges Fisher, un
conductor de autobús que quiere que encuentre a un amigo suyo que ha
desaparecido. Su amigo, un tal Donahue, es guardia de seguridad en el
Museo Británico y Fisher cree que su desaparición guarda relación
con el grupo de turistas que llevó de visita al Museo el día
anterior. Cuando bajaron del autobús eran 19, pero cuando subieron
eran 18.
al
interrogar al grupo en cuestión Thumn y su hija descubren que en
realidad eran 17 y que hubo dos desconocidos que se acoplaron al
grupo, uno de ellos con un extravagante sombrero azul, que fue el que
no subió.
Luego,
al hablar con el director del Museo, descubren que allí se produjo
un robo, el de un ejemplar de un libro de Shakespeare de 1599 y que
el ladrón lo sustituyó por otro de 1606, mucho más valioso que el
que se llevó, y Thumn sospecha que esta puede ser la causa de la
desaparición de Donahue, que pillara al ladrón en plena faena. Pero
el asunto se vuelve más extraño unos días después cuando el
ladrón devuelve el libro con 100 dólares por las molestias. Thumn
descubre undesgarro en la encuadernación y que bajo ella parece que
había un papel oculto, y cree que ese era el objetivo del ladrón.
Todo
este asunto es muy extraño y Thumn decide pedirle ayuda a Drury
Lane, que es un experto en Shakespeare.
El
libro me ha gustado mucho. Es una de esas novelas clásicas de
detectives privados de los años 40 y 50 (de hecho es de 1933) con
giros sorpresa al final de muchos de los capítulos, una trama que va
complicándose cada vez más y un desenlace inesperado. Estos dos
primos eran muy talentosos y sus libros son altamente recomendables.
No descarto leerme más o incluso volver a leer los que ya leí.
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