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miércoles, 29 de mayo de 2013

Viejos amigos. Capítulo 29


29. El final del ocaso

Era mediodía y de nuevo los dos comían en una mesa aparte.
-He estado pensando en la conversación que tuvimos el otro día-dijo Eric-Sobre tu hermanastro.
-Adelante, pregunta.
-Dijiste que era invencible.
-Así es.
-¿Realmente lo es?Quiero decir, todos tenemos algún punto débil.
-Cuando se mueve-dijo Charles, bajando la voz-no hay forma humana de detenerle. Toda su fuerza procede de la gema de Cyttorak. Como la gema es indestructible y no sé lo que pasaría si otra persona tocara esa gema, de momento es imposible reducirlo.
-No obstante...
Charles sonrió.
-No obstante, hay una forma. Caín tiene un casco que protege su mente de mis poderes. Si se le pudiera quitar el casco, yo podría reducirlo.
-¿Ya lo has intentado?
-No, es sólo una teoría que espero poder llevar a la práctica algún día.
-Jamás había oído hablar de esos Templos de Cyttorak. ¿Qué sabes acerca de ellos?
-Muy poco. Es una cultura que exisitió hace miles de años que glorificaba a los ocho dioses del caos. Por lo tanto existen o existían ocho templos. Si quieres saber más sobre el tema, acude a la fuente original.
Una enfermera pasó por su lado con su bandeja de comida y Charles se quedó mirándola.
-Charles, ¿qué ocurre?
Charles se levantó y todo el mundo en la sala se quedó inmóvil.
Eric se puso de pie y observó a la gente, asombrado.
-¿Qué ha pasado aquí?¿Lo has hecho tú?
-Sí-dijo Charles, acercándose a la enfermera.
-No me dijiste que también podías detener el tiempo.
-Y no puedo. Te dije que podía obligar a los demás a hacer lo que yo quisiera. Pues he hecho que se quedaran todos quietos. Tranquilo, no recordarán este breve lapso de tiempo.
-¿Por qué lo has hecho?
-Ha visto a Gabrielle.
-¿Qué?
-Entró en el ala norte buscando a Daniel y vio a Gabrielle.
-Maldición. ¿Se lo ha dicho a alguien?
-Sí, a dos personas.
-¿Y ahora qué hacemos?
-Borraré ese recuerdo de sus mentes y será como si nada hubiera pasado.
Un minuto después todo el mundo comenzó a moverse. La enfermera siguió su camino hacia la mesa en la que estaban las demás enfermeras y empezó a comer.
-¿Ya está?
-Sí.
-Menos mal. Si no llegas a darte cuenta se lo habría dicho a todo el mundo.
-Sí, hemos tenido suerte. Ahora ven conmigo.
-¿Adónde?
-A ver a Gabrielle. Se ha despertado.

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