Cassie Black y Maxwell Freeling formaban una pareja de ladrones conocida por robar en las habitaciones de jugadores profesionales de los casinos de Las Vegas. Pero en el último golpe él murió y Cassie fue a la cárcel.
Cinco años después ella rehace su vida, enmendándose y consiguiendo un buen empleo, pero un hecho inesperado la obliga a dar un último golpe, el más grande de todos. Para ello se pone en contacto con Leo Renfro, hermanastro de Max, el cual le propone participar en un importante robo en Las Vegas. El único consejo que le da como buen supersticioso es que evite la luna de vacío en curso, aquella que se produce durante el cambio de signo zodiacal, que es sinónimo de mala suerte.
Este es uno de los pocos libros independientes de Michael Connelly, es decir, que no tiene nada que ver con ninguna de sus series, ni con Harry Bosch, ni con Michael Haller ni con la de Terry McCaleb, aunque sí se menciona a uno de sus personajes en uno de Bosch (pero ahora no recuerdo cuál). Este es un poco diferente a lo que nos tiene acostumbrado, ya que no se trata de resolver un crimen sino que consiste en realizar un robo en un casino, a lo Ocean’s Eleven. En realidad no trata del robo a un casino en sí, sino en entrar en la habitación de un tipo cuando éste está durmiendo y robarle un maletín lleno de dinero, sin que se entere, claro, y aunque la cosa parezca sencilla, lo cierto es que tiene su miga. En este libro Connelly se adentra en un nuevo género, pero sigue teniendo los mismos ingredientes: personajes interesantes, una trama absorbente y sobretodo, unos giros inesperados.
A medida que avanza la historia la situación se va complicando cada vez más para la protagonista, hasta llegar a un final un tanto ambiguo para mi gusto. No es de los mejores pero se pasa un buen rato.
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