Siri Hustvedt es
la mujer de Paul Auster y también es escritora. Mayormente escribe
poemas y libros de divulgación de psicología y humanidades, pero
también tiene algunas novelas en su haber. Esta es la única que
había en la biblioteca y yo ni estaba enterado. Cuando acabé el
último libro de Paul Auster de la biblioteca, el bibliotecario me
informó de que también tenía uno de su esposa, y como nunca me
acordaba del apellido, ya que es noruego, me puse a buscarlo por la
editorial, Anagrama, y entonces sí lo encontré.
Tras acudir al
funeral de su padre, Erik y su hermana Inga encuentran entre sus
cosas una carta fechada en 1937 que habla de un secreto, que insinúa
una tragedia, tal vez un asesinato, firmada por una tal Lisa, de la
que nunca han oído hablar, y ambos tratan de descubrir quién era
esa mujer y en qué consistía ese secreto.
Erik, por su
parte, es psiquiatra, y le alquila el primer puso de su casa a una
mujer negra llamada Miranda, que tiene una hija de 6 años. Erik
empieza a sentirse atraído por ella pero Miranda mantiene las
distancias. Erik descubre que alguien la está acosando, haciéndole
fotos a ella y a su hija y dejándolas delante de su puerta, pero
Miranda se niega a hablar del tema con él y por su actitud supone
que sabe de quién se trata. El asunto adquiere un cariz más grave
cuando él mismo también empieza a aparecer en las fotos.
Inga es
escritora y estuvo casada con un escritor de culto que murió hace 5
años. Ahora una periodista sin escrúpulos amenaza con sacar a la
luz los trapos sucios de su marido y no para de acosarla a ella, a su
hija y a sus conocidos.
Me ha gustado
Siri Hustvedt como escritora. El libro está bien escrito y es fácil
de leer; la autora tiene su estilo propio aunque a veces recuerda un
poco al de su marido, será que el talento se pega. Pero el misterio
de la carta resulta no ser para tanto (bueno, es serio pero tampoco
es para llevarse el secreto a la tumba) y no explica por qué el
padre de Erik era tan reservado y circunspecto, algo que Erik
esperaba poder desentrañar. Como él, nos quedamos con ganas de
respuesta.
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