En esta
temporada el malo es el indio aquel de dos metros que conocimos en la
temporada anterior, el líder de los Red Bones, que regresa a Banshee
al saber que Alex Longshadow, el líder de la tribu, ha sido
asesinado, y le declara la guerra a Kai Proctor, responsable de la
muerte de Alex. Esto pilla en medio a Lucas Hood y a la policía de
Banshee, que se ven implicados en el conflicto entre ambos y ríos de
sangre corren por el pueblo.
Además, Lucas
Hood, Anna, Job y Sugar planean asaltar una base militar de prácticas
a las afueras de Banshee, en la que unos marines están custodiando
entre 8 y 10 millones de dólares. Por si fuera poco, Siobhan
descubre que Hood es un impostor y éste empieza a pensar en irse del
pueblo, pues no sabe si va a delatarle o no.
La temporada es
alucinante, como siempre. Hay violencia a saco, peleas a puñetazo
limpio, tiroteos a mansalva y sangre a chorros, como viene siendo
habitual, una auténtica masacre tras otra, vamos, e incluso se
producen algunas muertes sorprendentes que te dejan en estado de
shock. La única pega es la misma que en las temporadas anteriores,
alargan demasiado la trama principal, un poco al principio, otro poco
al medio y luego al final, y entre medias le meten capítulos de
relleno. En fin, ahora la 4ª temporada, que por desgracia es la
última.
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