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lunes, 4 de junio de 2012

La Guerra de las Brujas III: La Maldición de Odi, de Maite Carranza (¡ojo, spoilers!)


Este tercer y último libro de “La guerra de las Brujas” es sin duda el mejor y más intenso de los tres, aunque eso no significa que me guste todo lo que pasa en él. Algunas situaciones me parecieron un tanto tontas (hay un momento en que la protagonista viaja por el tiempo, o sea, ¿en serio?), pero este es un libro para niñas y chavalitas preadolescentes, y este ipo de cosas seguro les encantan. Lo bueno del libro es que tiene una prosa sencilla y se lee fácil, y sus casi 500 páginas (100 más que el anterior) se pasan volando. Lo malo, pues lo que he dicho, que la protagonista se comporta como una niñata egoísta y malcriada (es lo que es, tiene 15 años). Y luego también está el final, que no es nada sorprendente. Yo me lo tomé con bastante indiferencia, en plan “muy bien, ahora a otra cosa”.

Bueno, ahí va el argumento: para poner fin a la guerra entre Omar y Odish, Anaíd tiene que acabar con tres poderosas brujas Odish; la condesa Bathory, que salía en el primer libro; Baalat, que sale en el segundo, la Odish más poderosa de todas, una bruja cuyo cuerpo fue destruído hace miles de años y ahora es un espíritu que puede poseer a cualquier animal o persona y que quiere matar a Anaíd y hacerse con el cetro de O; y luego está la dama blanca, la abuela paterna de Anaíd, Cristine Olav, que aunque es Odish es un poco buena y fue quien protegió a Anaíd cuando su madre estuvo desaparecida en el primer libro (aquí puede haber cierto conflicto ya que Anaíd la quiere).

Para destruirlas Anaíd debe aprender a dominar el cetro, ya que, como bruja inexperta, si empuña el cetro sin estar preparada el poder del cetro puede dominarla a ella, en vez de al revés (cosa que acaba ocurriendo de todas formas).

Anaíd se siente traicionada cuando descubre que su madre le dio a Roc, el chico que le gusta, una pocíon del olvido, para que no la recuerde y Anaíd puede centrarse en su misión. Así que huye con su abuela paterna, la bruja Odish, y ésta empieza a instruirla en el uso del cetro. Cristine le da el cetro y le dice que puede hacer lo que le venga en gana, que sus deseos se harán realidad, y pasa lo que era de esperar, Anaíd sucumbe ante el poder del cetro y empiez a utilizar la magia en su propio beneficio, obsesionada con hacer que Roc vuelva a enamorarse de ella, acabando en ese sentido las cosas bastante mal (la primera regla de la brujería es no usar la magia para beneficio personal, sino que se lo digan a las hermanas Haliwell).

Cristine envía a Anaíd al pasado a destruir el talismán de la condesa, el cual la hace prácticamente invencible, y así, totalmente debilitada en el presente, será fácil de matar. En el pasado ocurren algunas cosas malas y sin pretenderlo Anaíd deja de ser una Omar y se convierte en una Odish inmortal, la Elegida Maldita (“Luke, si supiera cuán poderoso es el Reverso Tenebroso”).

Anaíd entra en el mundo de los muertos para pedirles que maten a Baalat para siempre, ya que es la única forma de destruirla, pero como ahora Anaíd es Odish no la dejan regresar al mundo de los vivos. Entonces aparece el fantasma de su abuela materna, Démeter, que intercede por ella y convence a los muertos de que la dejen regresar para cumplir con su destino de Elegida, pero éstos le exigirán a Anaíd un sacrificio al final.

Mientras, las Omar saben que Anaíd las ha traicionado y que ahora es más peligrosa que nunca, y por ellos ponen precio a su cabeza. Selene se convierte en la líder de las Omar y convence a todos los clanes de ir a la guerra y acabar de una vez por todas con las Odish. Y esto ocurre al mismo tiempo que Anaíd se presenta ante Cristine y todas las Odish para cumplir con su destino.

Al final, como siempre ocurre en este tipo de libros, todo acaba bien para nuestros protagonistas. Las Odish son destruidas, Anaíd regresa con las Omar, se queda con su chico y su madre acaba de nuevo embarazada. Lo dicho, exclusivamente para fans.


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