Al igual que con los libros, cuando me
hablan bien de una serie trato de verla, porque casi siempre las
recomendaciones son acertadas. Así me interesé por esta
serie, pero entre unas cosas y otras aún no me había
puesto con ella, y como en otoño empieza la 3ª temporada
he decidido verla ya de una vez.
A mí me gusta el terror en todas
sus vertientes, y hay que reconocerlo, en la pequeña pantalla
no se prodiga demasiado. Así que si hacen una serie de terror
y hablan bien de ella, bienvenida sea.
En pocas palabras, la serie va sobre
una casa encantada y de los fantasmas que la habitan. En muchas...
Los protagonistas son los Harmon.
Vivien, la esposa, pilla a su marido tirándose a una de sus
alumnas en su propia casa. Lo peor es que estaba embarazada y por
esto acabó perdiendo al bebé. Para superarlo ellos y su
hija adolescente se van a la otra punta del país y compran la
susodicha casa, que está superbarata. Y si está
superbarata es por una razón: se trata de la Casa de los
Crímenes. Desde que se construyó en 1930 todos sus
propietarios han hallado la muerte de forma brutal y sangrienta,
aunque en el momento de comprar la casa solo conocen la muerte de los
anteriores propietarios, una pareja de gays.
O sea, que se instalan y Ben, el
marido, que es psiquiatra, abre su consulta en la propia casa, y al
poco empiezan a pasar cosas, ya sabes, cosas de fantasmas, pues todos
los que han muerto en la casa están atrapados en ella, y
desfilan un montón de personajes un poco raros y locos,
algunos están vivos y otros no, pero no te diré quién
lo está y quién no para no chafarte la sorpresa, porque
créeme, hay unas cuentas.
Por un lado tenemos a Constance, la
vecina cotilla y metomentodo que parece saber bastante sobre lo
ocurrido en la casa y que guarda unos cuantos secretos. Está
interpretada por Jessica Lange y en mi opinión hay que
quitarse el sombrero ante ella. Está impresionante y su
personaje es el más interesante de todos, pese a que es
bastante ruin. O quizá debido a ello. Luego está su
hija, que tiene Síndrome de Down y siempre se está
colando en la casa de los Harmon. Tate, un joven psicótico que
es paciente de Ben y del cual se enamora su hija. Tate es un
personaje muy importante de esta temporada y no diré más,
pues guarda unas cuantas sorpresas que es mejor ir descubriendo sobre
la marcha.
Está la sirvienta, que lleva
años trabajando en esa casa y ha conocido a muchos de los
anteriores inquilinos. Es una mujer de unos 60 años, pero Ben
la ve como una joven sexy y provocativa. La amante de Ben (un
personaje bastante irritate), que resulta que está embarazada
y quiere obligar a Ben a que la mantenga, y también hay un
tipo quemado que empieza a acosar a Ben diciéndole que debe
abandonar la casa antes de que sea demasiado tarde, y tras cierto
incidente comienza a hacerle chantaje.
La serie me ha gustado, pero,
sinceramente, parece que los guionistas se había fumado algo
cuando se pusieron a escribir los guiones, porque algunas tramas son
algo paranoicas y rozan el surrealismo. Es como si quiseran abarcar
demasiado en estos 12 capítulos. Por ejemplo, al poco de
instalarse entran en la casa unos locos que quieren recrear uno de
los crímenes con la mujer y la hija, o lo de Constance, que le
pone veneno en una magdalena que le hace a la hija de los Harmon,
así, sin conocerla de nada. Y también está lo
del Anticristo, que es surrealista a más no poder. Menuda ida
de olla. Pero aún así mola.
Ahora a ver cuándo me pongo con
la 2ª temporada.
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