Decepcionado con el Departamento de
Policía de Los Ángeles, Harry Bosch decide entregar la
placa y disfrutar de su jubilación, pero no va a permanecer
ocioso. Consigo se lleva algunos expedientes de casos que no pudo
resolver en su día y pretende hacerlo ahora que tiene tiempo
de sobra. Uno de ellos es el asesinato de Angella Benton, ocurrido 4
años antes. Angella era productora en unos estudios
cinematográficos y su asesinato tuvo lugar dos días
antes de que robaran dos millones de dólares que iban a
utilizarse en el rodaje de una película. Harry creyó
que ambos sucesos estaban relacionados, pero no tuvo oportunidad de
investigarlo porque los de Robos y Homicidios se hicieron cargo del
caso y poco después a los dos inspectores los tirotearon en
una cafetería, muriendo uno de ellos y el otro quedando
tetrapléjico, con lo que el caso quedó en el aire.
Al poco de empezar a investigar Harry
recibe la visita de su antigua compañera, Kizmin Rider, que le
advierte que a ciertas personas no les hace gracia que esté
metiendo las narices en el caso. Pero él sigue a lo suyo y
entonces son unos agentes del FBI los que lo llevan aparte y le dicen
con muy malos modos que si sigue haciendo preguntas lo meterán
en una celda y tirarán la llave, pues su caso de Angella
Benton y el robo del dinero podrían estar relacionados con un
conocido terrorista islámico.
Harry se encuentra entre la espada y la
pared, pero se saca un as de la manga y obliga al FBI a compartir su
información con él y esto conduce a Harry a investigar
la desaparición de una agente del FBI, la cual descubrió
una pista sobre el dinero robado.
Bien, ya tenía ganas de retomar
la serie de Harry Bosch, pues solo me quedaban este y el último
para darla por terminada. Me gustan mucho esos caso tipo “Caso
abierto” y también esos casos que te llevan a investigar un
segundo crimen y al resolver el segundo consigues las claves para
resolver le primero. Este libro mezcla los dos, así que mejor
que mejor. El libro es bueno, pero no de los mejores de la serie,
porque a mi parecer le dedica demasiado tiempo al tira y afloja entre
Harry Bosch y el FBI, y el caso tarda un poco en ir a alguna parte.
Aparte el libro tiene algunas
referencias a otros libros y personajes de Michael Connelly y eso es
algo que me divierte mucho. Como he dicho antes, aparece Kiz Rider,
la ex-compañera de Harry. También el agente del FBI Roy
Lindell, que salió en otros dos libros de la serie de Harry
Bosch; su ex-mujer Eleanor Wish, ex-agente del FBI y jugadora de
poker profesional, y Harry descubre que tiene una hija de 4 años,
Maddie, y lo que más gracia me hizo, el argumento de la
película que iban a rodar con el dinero robado. La película
iba sobre una ladrona que roba un maletín con dos millones de
dólares, sin saber que pertenece a la mafia. Me hace gracia
porque este es precisamente el argumento de otro de los libros de
Michael Connelly, “Luna funesta”.
Bueno, ahora solo me queda el de “La
caja negra” para terminar con la serie de Harry Bosch (de momento)
y luego “Llamada perdida” y “La oscuridad de los sueños”,
dos novelas independientes, y ya podré decir que me los he
leído todos.
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