El protagonista, Jon Childes, tiene un
don: tiene una conexión mental con un asesino en serie. No
sabe de dónde le ha salido y no es capaz de controlarlo,
simplemente le vienen visiones a la mente en cualquier momento del
día, de los lugares donde están enterrados los
cadáveres de sus víctimas, en este caso unos niños.
Así que se pone en contacto con la policía y se ofrece
a ayudarlos a dar con el asesino. Pero éste se suicida antes
de que lleguen a él, sin dejar nota alguna, y como las pruebas
contra él eran circunstanciales, las sospechas recayeron sobre
Childes. Al final quedó en nada, pero la prensa aireó
lo de su don y su reputación quedó por lo suelos y todo
esto le costó su matrimonio. Childes se va a vivir a una isla
y allí consigue trabajo como profesor de informática en
tres colegios diferentes. Empieza a salir con Amy, una profesora de
uno de los colegios, 11 años más joven que él,
aunque su padre no lo traga. Entonces las visiones regresan, pero
esta vez son algo diferentes. Childes ve a través de los ojos
del nuevo asesino cuando comete los asesinatos, pero lo más
grave es que el asesino percibe la presencia de Childes en su mente y
utiliza esa conexión mental entre ellos para entrar en la
mente de Childes y descubrir quién es y dónde se
encuentra, y empieza a acosarle: secuestra a la amiga de su hija
confundiéndola con ella, casi ahorca a una de sus alumnas y
planta fuego a uno de los colegios donde da clase.
Comparado con el de “Santuario”,
que leí el otro día, este libro pierde mucho, porque
pasamos de una niña poseída a un tío con
visiones de asesinatos, y no hay color. Aquél era de terror,
éste es más de suspense, aunque tiene algo de terror
hacia el final. El libro es entretenido y se lee fácil, pero
no pasa de ahí. James Herbert tiene una buena prosa y domina
con maestría el terror y el suspense a partes iguales y sabe
meterte en la historia poco a poco. Ésta es buena, pero el
desenlace no me convence, como me pasó con el otro libro. Está
un poco cogido por los pelos y no se explica demasiado bien.
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