Leí este libro hace unos años porque la premisa
me parecía bastante atractiva, pero el desarrollo no lo fue tanto y
al final acabé decepcionado. El plan era leerme ahora “Hoja de
niggle”, un librito con tres relatos de Tolkien, pero en el último
momento opté por volver a leer este, porque a veces suelo cambiar de
opinión con una segunda lectura y también porque me gusta la idea
de hacer una reseña de cada libro que he leído, una misión
titánica, lo sé.
En el libro, Arthur Conan Doyle, Julio Verne y el
doctor Joseph Bell, la persona que inspiró el personaje de Sherlock
Holmes, se ven envueltos en un caso digno del sagaz detective de
Baker Street, la búsqueda de un documento atribuido a Isaac Newton
que demostraría que Shakespeare nunca exisitió y que todas sus
obrar fueron escritas por Francis Bacon. Hay códigos secretos,
rosacruces, unos espías alemanes que los persiguen, Arthur Conan
Doyle incriminado en un asesinato, sesiones de espiritismo e incluso
aparecen un aún desconocido Harry Houdini y hasta Bram Stoker.
Esta segunda vez no me ha parecido tan malo, pero
no pasa del mero entretenimiento. La premisa es buena, pero Carlos
Basso la desaprovecha y se limita a crear un escenario por el que
hace desfilar diferentes personajes históricos, algunos de los
cuales no pintan gran cosa, como en uno de esos fanfics escritos por
fans tan habituales en los foros de Internet. Y lo peor de todo es
que los peligros y dificultades por los que pasan los protagonistas
no sirven para nada. Pudo haber sido una buena novela, lástima.
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