Ayla y
Jondalar se unieron en la última Reunión Estival de Verano de los
Zelandonii y han tenido una hija a la que han llamado Jonayla. Para
Ayla formar una familia con Jondalar era su máxima aspiración, pero
la Primera Entre las que Sirven a la Madre no ha pasado por alto el
asombroso control que ejerce sobre los animales ni su gran habilidad
como curandera, y le propone que se convierta en su acólita. A Ayla
no le interesa unirse a la Zelandonia, solo quiere criar a su hija
con Jondalar, pero no puede negar que posee un poderoso don y solo
los miembros de la Zelandonia pueden ejercer de curanderos, así que
acaba aceptando.
Ayla trata de
repartir su tiempo entre Jondalar y su hija y su aprendizaje, pero
éste le requiere mucha dedicación y hay periodos de tiempo en los
que tiene que estar lejos de casa y en aislamiento, y su relación
con Jondalar acaba resintiéndose.
Por fin el
último libro de la serie terminado. El periplo ha sido largo. Como
solo me quedaba este por leer decidí volver a leer la serie desde el
principio, para refrescar bien la memoria y saber quién es quién
(si lo hubiera leído directamente no me habría enterado de la misa
la mitad) y ha sido una experiencia ardua, porque algunos libros eran
muy lentos y pesados y su lectura se hizo muy cuesta arriba, y
también tuve que leer partes que la primera vez no me gustaron nada,
pero saltármelas era algo que simplemente no podía hacer (como digo
yo, los bordes también forman parte de la empanada y hay que
comerlos por muy duros que estén). Al menos ahora ya puedo decir que
me la he leído entera.
Este último
libro es el más extenso de todos, casi 900 páginas, pero no por
ellos es el mejor. Jean Auel comete aquí los mismos errores que en
libros anteriores. Repite por enésima vez partes de la historia de
Ayla, su vida con el Clan y luego con Jondalar, cómo aprendió a
cazar, su convivencia con los Mamutoi, etc, y esto abarca muchas
páginas y se hace cansino. Entre este y el anterior libro pasaron
tranquilamente 10 años y así refresca la memoria del lector, pero
si te los lees todos en el mismo año como he hecho yo, es un punto
en contra.
Luego también
le dedica un montón de páginas a la Gira de la Donier de Ayla (como
acólita debe visitar todas las cuevas sagradas de los Zelandonii y
contemplar los dibujos de sus paredes hechos por los Antiguos). Es
muy interesante porque estas cuevas aún existen hoy día y pueden
verse sus pinturas, pero con una o dos cuevas es más que suficiente.
No hace falta que nos describa las pinturas de todas y cada una de
las cuevas. Es algo repetitivo. Pero lo que no me gustó nada fue
tener que tragarme el culebrón de las últimas 200 páginas. ¿A qué
viene esto? Con lo bien que iba todo y tiene que venir Jean Auel a
estropearlo con esto. Es como si no supiera cómo continuar y optara
por el recurso más facilón. Ya tuve bastante de esto en el tercer
libro, gracias, si quisiera novela rosa leería a Danielle Steele.
Sin todo esto
el libro abarcaría unas 500-600 páginas, calculo yo, más o menos
como los primeros libros, y habría sido más llevadero.
Una cosa que
me ha cabreado mucho es que a este ejemplar le faltan 40 páginas, de
la 200 a la 240. tras la 200 vuelve a repetir las 40 anteriores y al
llegar de nuevo a la 200 pasa directamente a la 240, como si no
faltara nada, y claro, empieza en mitad de un capítulo y te quedas
bastante perdido. Esto mismo me pasó con el de “Acoso” de
Michael Crichton, y fastidia mucho porque luego no te enteras. Claro
que en cierto punto la historia da un salto de 4 años y ya no tiene
importancia, pero está ahí.
En fin, ya puedo respirar tranquilo. Ahora a otra cosa.
Leí hace bastantes años parte de esta saga (creo que me quedé en el quinto) y la dejé por aburrimiento. Ahora, tras leer tu reseña, me temo que de este también pasaré, porque parece que es bastante repetitivo por lo que cuentas.
ResponderEliminarUn beso.