Esta es la tercera novela protagonizada por Berta Mir.
Berta consigue dos nuevos casos en un solo día. Por un lado una madre quiere que encuentre a su hija, que se ha escapado de casa para unirse a una secta. Y por otro debe entregar el dinero de un chantaje en plena noche, en un parque, pero resulta ser una trampa. Al llegar allí se encuentra el cadáver de un chico pelirrojo con un agujero de bala en el pecho, la persona a la que debía entregar el dinero, que todo el tiempo permanece en las sombras, la golpea en la cabeza, y cuando vuelve en sí se encuentra un arma en la mano y un segundo agujero en el pecho del cadáver, y las sirenas de la policía acercándose.
Otra entrega fabulosa de esta joven detective. La novela es ágil, y de ritmo rápido y se lee en poco tiempo. Es una novela juvenil amena, pero tiene algunas pinceladas de drama que te dejan con un regusto agridulce. El desenlace del caso de la secta es como un puñetazo en el estómago y no te lo esperas. Muy triste. En fin,, las dos siguientes entregas pronto.
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