Tercera entrega de la saga Blackwater.
En este tercer libro parte del protagonismo recae sobre las dos hijas de Elinor, Miriam y Frances. Miriam, que se ha criado en casa de su abuela Mary-Love, es petulante y soberbia, mientras que Frances es una muchacha enfermiza y sin carácter, aterrorizada por un armario que hay en su casa, que cree que alberga algo oscuro. Y la enemistad entre Mary-Love y Elinor parece haberse trasladado a ambas niñas.
Carl Strickland, el marido maltratador de Queenie, regresa a Perdido para quedarse. Ante esta situación y temiendo por él, Queenie envía a su hijo menor Danjo a vivir con James Caskey, que se siente solo desde que su hija Grace se marchó a la universidad.
Los Caskey al completo planean hacer un viaje familiar, pero justo antes de salir Mary-Love cae enferma por unas extrañas fiebres. Elinor convence a los demás de que hagan el viaje igualmente y se ofrece a cuidarla durante las siguientes semanas hasta su regreso.
De estos tres primeros libros de la saga este me parece sin duda el mejor, porque se cierra una etapa y se cede el liderazgo de la familia Caskey a un nuevo miembro y porque se introduce a la nueva generación de la familia con las hijas de Elinor, en las que cae parte del protagonismo. Por lo demás la prosa es sencilla y de fácil lectura como los dos libros anteriores, e igual que estos tiene sus pequeños momentos de terror.
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