8.
Sudamérica
-Háblame de
Sudamérica-dijo Xavier un día.
Magneto se puso tenso.
Xavier lo notó en su voz y también en su mente.
-¿Qué te hace pensar
que he estado en Sudamérica?
-Hace cinco años
impedí que un hombre se suicidara. Estaba sufriendo una fuerte
depresión. Su mujer le había dejado y lo habían despedido, y ya no
quería seguir viviendo.
-¿Qué tiene esto que
ver con...
-Espera. Fuimos a un
bar y tras un par de cervezas se le soltó la lengua. Allí me contó
una historia de lo más curiosa. Siete años atrás formó parte de
una organización secreta constituida por judíos que viajaban por
todo el mundo buscando nazis fugitivos para llevarlos ante la
justicia. Hasta la fecha habían encontrado a cuatro. Uno en España,
otro en Irlanda y dos en Australia. Pero nada comparado con
Sudamérica. En las Antípodas encontraron nada menos que a diez.
Diez nazis viviendo como simples civiles. Dos altos mandos de Hitler,
un ayudante del propio doctor Menguele y el resto ex-soldados rasos.
Magneto lo miraba con
gran seriedad.
-Aquella sería la
captura más importante de la historia del grupo. Tendrían que
planearlo todo al milímetro. Nada podía salir mal.
Pero salió, pensó
Magneto.
-La tarea de mi amigo
el suicida era controlar los movimientos de los nazis, no perderlos
de vista. Una noche siguió a uno de los nazis hasta un descampado, y
escondido entre los arbustos presenció algo que aún años después
le provocaba pesadillas.
Magneto sonrió con
amargura. Sabía muy bien lo que iba a decirle.
-Los nazis formaban un
círculo alrededor de un hombre, armados con pistolas y
ametralladoras. Mi amigo conocía a ese hombre. Llevaba en el grupo
dos años y tenía unas opiniones más radicales que las de los
demás. Creía que no debían entregar a los nazis a las autoridades,
sino encargarse ellos mismos de ejecutarlos por el daño que habían
causado a los suyos. Era algo radical, sí, pero a mi amigo le caía
bien. Mi amigo quiso hacer algo para ayudarle, pero estaba demasiado
asustado para reaccionar. Y se quedó allí, observando.
Y entonces ocurrió.
Los nazis vaciaron sus cargadores sobre aquel hombre y de pronto se
detuvieron y empezaron a hablar entre ellos, asustados, porque las
balas permanecían inmóviles en el aire. El hombre que debería
haber muerto acribillado estaba de pie en el centro, con los brazos
extendidos. Entonces todas las balas giraron simultáneamente e
impactaron en las piernas de los nazis. Solamente en las piernas. Los
nazis gritaban de dolor y se arrastraban por el suelo, pues ninguno
había muerto. A uno de ellos le explotó literalmente la cabeza y de
entre los sesos surgió una placa metálica que flotó en el aire
unos instantes y luego cayó al suelo. Una pistola flotó hasta la
mano de aquel hombre. Se agachó junto a uno de ellos, puso el cañón
en la garganta del nazi y disparó. El nazi no murió inmediatamente,
pero la sangre empezó a manar y este empezó a ahogarse. A otro le
disparó en el estómago y tardó diez minutos en morir. A uno de los
altos mandos de Hitler le disparó en los ojos. Tras alargar su
agonía durante más de veinte minutos, las armas apuntaron a sus
cabezas y se las volaron. El hombre se quedó observando los
cadáveres, escupió en cada uno y se marchó. Después de eso mi
amigo vomitó y se desmayó.
-El bueno de Ben-dijo
Magneto finalmente-Nunca tuvo estómago para esas cosas.
-Tú eras ese hombre.
-No lamento lo que
hice. Si pudiera retroceder en el tiempo hasta ese momento, volvería
a hacerlo.
-Magnus-se lamentó
Xavier-¿Por qué? Eran nazis, sí, pero esa masacre...
-Ellos mataron a
Isabelle, Charles, se lo merecían...
-¿Isabelle?
-Jamás pensé que
volvería a enamorarme después de perder a Magda, pero conocí a
Isabelle y fue como si aquel agujero que había sentido en mi alma
hasta entonces se hubiera cerrado. Ella también formaba parte del
grupo y compartíamos las mismas ideas. Cuando la mataron me volví
loco y quise hacérselo pagar. Y lo pagaron-dijo Magneto con rotundo
odio-Después de eso abandoné el grupo.
-Y nació Magneto.
-Magneto ya existía,
pero estaba aletargado. No había razón para que no despertara.
-Lamento mucho lo de
Isabelle, Magnus, pero lo que hiciste... no puedo aprobarlo. Va en
contra de mis principios. Es precisamente contra lo que lucho,
mutantes que usan sus poderes contra los homo sapiens.
-No eran humanos,
Charles, eran nazis. Monstruos.
Los dos se miraron a
los ojos. Charles suspiró.
-Volvemos al tema de
siempre-dijo Xavier.
-Si hubieras estado en
mi lugar, ¿qué hubieras hecho? Dímelo, Charles, ¿qué hubieras
hecho?
Xavier meneó la
cabeza.
-Prefiero no pensarlo.
-Yo te lo diré:
hubieras hecho lo mismo. Exactamente lo mismo.
-Es por cosas como esta
por lo que nos odian. Y tú no haces más que fomentar ese odio. Tú
y los que son como tú.
-Cálmate, Charles, te
estás irritando, y ya sabes lo que pasa cuando eso sucede. Será
mejor que me vaya. Ya volveré cuando estés más tranquilo.
-Sí, será lo mejor.
-Adiós, Charles.
El Vacío, pensó
Xavier de pronto. Magneto quería ir al Vacío, pero, ¿por qué?
¿A quién quería ver?
No hay comentarios:
Publicar un comentario