La saga de
“Hijos de la Tierra” de Jean Auel fue todo un fenómeno literario que vendió más
de 45 millones de ejemplares en todo el mundo. Yo me la leí a los 19 o 20 años,
pero me faltaba leer el último, que salió en el 2011, así que decidí volver a
leerla desde el principio, igual que hice con la de Eragon.
La saga está
formada por seis libros y transcurre al final del Plesitoceno, durante la
última Era Glacial. En este primer libro conocemos a la protagonista, Ayla, una
niña Cromagnon de cinco años que pierde a sus padres durante un terremoto y es
encontrada herida gravemente por el zarpazo de un león cavernario por un grupo
de Neanderthales, que deciden acogerla entre ellos. Iza, la curandera del clan,
le cura la pierna herida y se convierte en su madre adoptiva, y con ayuda de
Creb, el Mog-ur (Chamán) del clan y hermano suyo, va enseñándole el idioma
gestual que utiliza el clan para comunicarse y sus tradiciones y costumbres. En
el clan, las mujeres deben ser sumisas y obedecer en todo al hombre sin
cuestionar nunca sus órdenes, pero Ayla es claramente diferente (es rubia, alta
y puede sonreír y llorar y emitir sonidos), hace demasiadas preguntas y se
rebela contra el orden establecido, lo que le granjeará un sinfín de problemas,
sobretodo con Broud, el hijo del jefe del clan, que la odia intensamente.
El tema de los
cavernícolas puede ser más o menos interesante, pero hay que reconocer que la
idea de una niña Cromagnon criada por unos Neanderthales es bastante original. El
libro está muy bien construido y es muy rico en detalles, se nota que Jean Auel
hizo mucha labor de investigación para dotar de veracidad a su historia (de
hecho experimentó por sí misma algunas de las cosas que hace Ayla, como
aprender a encender un fuego o coser con tendones de animales) y lo de las
creencias del clan en los espíritus y tótems bien pudo ser verdad, entra dentro
de lo plausible. Lo que me parece un poco fuerte es que las mujeres del clan
acepten como normal el someterse ante el hombre y que les den un puñetazo o una
paliza en caso de desobedecer una orden directa, como si fuesen menos que
ellos. De ahí, supongo, que cuando alguien hace un comentario machista se le
llame cavernícola.
En resumen, es
un muy buen libro, muy entretenido e instrucitivo, y su desenlace es del todo
sorprendente.
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