En este tercer y último libro de
“Las memorias de Águila y Jaguar”, Alex y Nadia acompañan
a la abuela de Alex al corazón de África, a hacer un
reportaje sobre un safari que utiliza elefantes para transportar a
las personas (pero no es un safari de caza, sino en plan guía
turístico). Cuando están acabando aparece un misionero
español que les pide ayuda. Hace tiempo que no sabe nada de
dos hermanos misioneros y eso le preocupa ya que solían
ponerse en contacto de vez en cuando, así que quiere que lo
lleven al pueblo de Ngoubé para saber qué les ha
pasado. Kate es algo reticente a ayudarlo, pero Alex la convence de
que es una gran oportunidad para hacer un reportaje aún mejor
que el del safari, y allá los van.
En el pueblo no hay rastro de los
misioneros, pero descubren que sus habitantes, unos pigmeos, están
gobernados con mano de hierro por su rey, el rey Kosongo, y por el
comandante Mbembelé, un hombre temido en toda la zona y que no
duda en matar a todo aquel que le lleva la contraria. Los pigmeos son
tratados como esclavos y obligados a cazar elefantes para extraerles
los colmillos, bajo amenaza de matar a sus mujeres y a sus hijos si
no lo hacen.
El rey tiene en su poder un amuleto
sagrado para los pigmeos y sin él éstos se sienten
desprotegidos e incapaces de enfrentarse al rey y al comandante
Mbembelé. A Alex y a Nadia esta situación les parece
algo terrible y deciden hacer algo al respecto para remediarlo.
Este libro no me ha gustado tanto como
los anteriores y me ha parecido un poco flojo, claro que 220 páginas
no dan para mucho. Los protagonistas llegan al poblado, ven lo mal
que están las cosas, le roban al rey el amuleto sagrado y van
a buscar a los pigmeos para devolvérselo y convencerles de que
ahora ya son capaces de enfrentarse al rey y al comandante Mbembelé
y derrocarlos. Y ya está.
Además hay menos aventura que en
sus predecesores y en algunos puntos se torna un tanto serio, al
reflejar las condiciones en que viven los pigmeos, que incluso son
considerados por los propios africanos como seres inferiores a ellos.
Que Isabel Allende lo denuncie en su libro me parece perfecto, y
desde aquí mi total apoyo, pero se supone que el libro es una
novela juvenil y no es plan hacérselo pasar mal a los
chavales, ¿no?
En general el libro es pasable, pero si
no me lo hubiera leído no me habría perdido nada, y con
esto termino así mi ciclo de Isabel Allende, ya que no tengo
pensado leerme más libros suyos. Bueno, tal vez de nuevo el
del Zorro, del que guardo agradables recuerdos. Pero eso ya se verá.
A las lectoras de Isabel Allende, sin duda les encantará también Almudena Navarro y su LA PAPELETA EN BLANCO http://tinyurl.com/d5454r7
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