Para el que no lo recuerde o no lo sepa, Isaac era el líder de los niños en la primera película, y se suponía que moría al final, cuando el protagonista quemaba el campo de maíz. Pues aquí resulta que no, que en vez de morir se queda en coma 20 años, y se despierta cuando la otra protagonista, una chica de 19 años llamada Hanna que se presenta en Gatlin para saber quiénes eran sus padres (sus padres eran de la secta original), va a visitarlo al hospital y lo toca, abriendo los ojos como por arte de magia. Isaac se rodea por todos loa del pueblo (todos son fanáticos suyos) y los prepara para una profecía que formuló hace años y que está a punto de cumplirse, en la que la primogénita (descendiente de aquel primer grupo de niños), al cumplir los 19, regresará al pueblo en busca de sus orígenes y será la madre de una nueva generación de niños fanáticos, y esa primogénita es, obviamente, Hanna, la cual no tiene ni idea del tema.
La película no me ha defraudado en absoluto, porque es tan mala como imaginé que sería (cuando me puse a ver esta saga lo hice con la idea en la cabeza de que sería horriblemente mala, y hasta ahora mis expectativas se han cumplido con creces). La historia es penosa y las interpretaciones son para el arrastre, pero lo que más risa me da es que le cambian el nombre al Dios de los niños. Durante toda la saga se refieren a él como “El Que Camina Tras Las Hileras”, que lo quieras o no, es un nombre que mola. En la película anterior lo cambian por “El Que Camina Tras el Maíz”, que no es lo mismo pero sigue teniendo sentido. En ésta lo llaman “El Que Camina Tras La Rosa”. ¡La Rosa! ¿Pero qué nombre es ese? Simplemente ridículo, pero sé a qué se debe esa confusión, En inglés, “rows”, hileras, suena fonéticamente igual a “rose”, rosa, pero si tuvieran delante el texto verían que no se escribe igual. En fin... Lo único curioso de la película es que el que hace de Isaac es el mismo que lo interpretó en la primera película. ¡Cómo se notan los años! Por lo demás la película es fácilmente olvidable.
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