Bueno, hace ya varios meses que vi la 8ª y última
temporada de “Dexter”, así que ya es hora de escribir la reseña.
Al final de la 7ª temporada Debra mataba a Laguerta para proteger a
Dexter, y eso tiene sus consecuencias en esta temporada. Lo que hizo
la afectó mucho, tanto que dejó la policía y se metió a detective
privado a las órdenes de un antiguo inspector llamado Elway, que
montó su propia agencia de detectives y lo cierto es que las cosas
le van bastante bien. Además Debra no quiere saber nada de Dexter y
ha caído en una espiral autodestructiva de sexo, drogas y alcohol, y
aun contra su voluntad Dexter tratará de ayudarla a salir de ella.
Al asesino de la temporada lo llaman “El
Neurocirujano” porque les extirpa a sus víctimas un trozo del
cerebro, y en este caso la policía de Miami cuenta con la
colaboración de la doctora Evelyn Vogel, una reputada
neuropsiquiatra especializada en estudiar la mente de los psicópatas.
Resulta que la doctora Vogel conoce muy bien el oscuro secreto de
Dexter, porque cuando era niño su padre acudió a ella en busca de
consejo. De hecho, el Código fue idea de Vogel. La doctora cree que
“El Neurocirujano” es un ex-paciente suyo porque le está
enviando a ella los trozos de cerebro, y le pide a Dexter que se
ocupe de él antes de que la policía lo encuentre, pues si salen a
la luz sus métodos poco ortodoxos (lo del Código, por ejemplo)
podría perder su licencia o incluso ir a la cárcel. Este acaba
accediendo, pero a cambio le pide que ayude a Debra a superar lo que
hizo.
Paralelamente, Dexter descubre a un chaval que es
un psicópata en potencia y piense en deshacerse de él, pero le
recuerda a él cuando era joven y decide convertirlo en su pupilo y
enseñarle el Código. Y hacia la mitad de la temporada regresa
Hanna. Lo primero que hace es dorgarlo y dejarlo tirado en medio de
ninguna parte, como venganza por lo que le hizo, pero la siguiente
vez que se encuentran sorprendentemente le pide ayuda. Su nuevo y
flamante esposo es un paranoico y un controlador y prácticamente la
tiene prisionera en su propia casa, no puede dar un paso sin que él
sepa dónde está en todo momento, así que le pide a Dexter que lo
mate. Él le dice que no, pero luego cambia de opinión y se presenta
en su yate, aunque ya es tarde: Hanna se ha visto obligada a matarlo
cuando intentaba violarla. Así que Dexter se hace cargo de la
situación, se ocupa de deshacerse del cuerpo y limpiar el escenario
del crimen y luego la invita a esconderse en casa de Deb, pues aún
está en busca y captura, y acaban juntos de nuevo, claro.
Esta última temporada de “Dexter” me ha
gustado mucho. Me encantó la vuelta de tuerca que supone el
personaje de la doctora Vogel para el origen del “Oscuro Pasajero”
de Dexter y el caso del Neurocirujano contiene unas cuantas sorpresas
que te dejan con la boca abierta, como su identidad. También me
agrada el regreso de Hanna. Es la pareja perfecta para Dexter,
después de Lumen, aunque me choca un poco que Dexter le perdone el
haber intentado matar a Deb y que encima ambas se conviertan en
compañeras de piso temporales. Como su fuera una nimiedad. “Ah,
perdona por haber intentado asesinarte y tal”.
Lo que no podía imaginarme ni de lejos es lo que
le pasa a Deb en el último capítulo, porque hubo rumores que
hablaban de un spin-off protagonizado por ella, pero está claro que
jugaron al despiste. Es muy fuerte. Eso sí, el final de la serie me
pareció decepcionante. No sé qué pasa con la mayoría de las
series largas que en su final siempre la cagan; hay muy pocas cuyo
final esté a la altura de su trayectoria (se cuentan con los dedos
de una mano y sobran dedos), y el de ésta no es uno de ellos. No
acabo de entender por qué Dexter toma la decisión que toma. Bueno,
sí lo entiendo, es lo que siempre hacen los superhéroes para
proteger a sus seres queridos, pero no mola. Lo lógico es que se
hubiera reunido con Hanna y Harrison en Argentina, era lo que todos
esperábamos, y de esta forma, al menos es mi opinión, me siento
como si me hubieran tomado el pelo.
Al menos aún tenemos el consuelo de los libros.
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