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viernes, 25 de abril de 2014

Extraños en un tren (1951)


Esta es la primera película que dirigió Alfred Hitchcock, una adaptación de la primera novela de Patricia Highsmith, y con ella ambos se convirtieron en dos de los máximos representantes del género de suspense. Por si no fuera poco, el guión lo escribió Raymond Chandler, uno de los grandes de la novela policiaca (seguro que has oído hablar de su famoso detective, Phillip Marlowe, ¿verdad?), algo que me sorprendió gratamente, porque no tenía ni idea (ni idea de que Chandler hubiera escrito el guión, se entiende). En mi biblioteca, aparte de libros, también tienen películas en DVD, sobretodo de las antiguas, y cuando vi esta no pude resistirme porque hace años me leí el libro y me gustó mucho. Además es un clásico, qué demonios, y yo siempre he dicho que los clásicos hay que leerlo o verlos, según sea el caso.

Dos desconocidos comparten un vagón de tren, Guy Haines, un jugador de tenis habitual de la prensa y Bruno Antony, un tipo algo perturbador. Bruno es un gran fan de Guy y ha leído mucho sobre él tanto en la prensa deportiva como en la de sociedad. Guy está pasando por unos momentos difíciles porque mantiene una relación con Anne Norton, hija de un senador, y quiere casarse con ella, pero antes tiene que conseguir en divorcio de su esposa, la cual, por cierto, le fue infiel y está embarazada de otro hombre y a última hora se niega a concedérselo. Bruno le menciona todo esto, que ha leído en la prensa y a Guy no le hace mucha gracia, y Bruno enseguida se disculpa por la bocaza que tiene. A lo largo del trayecto Bruno le habla un poco de él y de lo mucho que odia a su padre, tanto que incluso ha pensado en matarle. Bruno le cuenta a Guy una teoría a la que lleva tiempo dándole vueltas, sobre cómo cometer el crimen perfecto.

Pongamos que Guy quisiera matar a su esposa. Si lo hiciera sería el principal sospechoso, porque tendría un móvil. ¿Cómo podría hacerlo entonces? Bueno, pongamos por caso que conociera a alguien en un tren, por ejemplo, alguien que también quisiera matar a otra persona, como a su padre. Ambos intercambiarían sus asesinatos, Guy mataría al padre de esa persona y esa persona mataría a su esposa, y como no podrían probar ninguna relación entre ellos, ya que ninguno conocería de nada a su supuesta víctima, saldrían bien librados.
Guy cree que Bruno está como una cabra pero le sigue la corriente, le dice que es una gran idea y luego se despide de él. Pero Bruno empieza a considerar realmente la posibilidad y viaja al pueblo de Guy, donde mata a su esposa. Luego va a verlo para decirle lo que ha hecho, y Guy se horroriza y piensa en denunciarlo a la policía, pero Bruno le dice que si lo interrogan les dirá que lo planearon juntos ya que, ¿qué motivo tendría él para matarla si no la conocía?
Así que Guy guarda silencio, pero la policía lo considera sospechoso. Guy tiene coartada para la hora del crimen, iba en el tren y había otro hombre en su vagón, pero el tipo iba como una cuba y no se acuerda de él, así que la policía lo pone bajo vigilancia hasta aclararlo todo.
Guy va retomando su rutina diaria, pero entonces Bruno empieza a acosarlo, presentándose en los lugares a los que suele ir Guy, introduciéndose en su círculo de amistades, etc, para que mate a su padre. En caso de negarse, incriminará a Guy en el asesinato de su mujer.

La película me ha gustado mucho. Sé que tiene más de seis décadas y es en blanco y negro, pero aún así es magnífica. Se nota que Hitchcock apuntaba maneras. Me encanta la escena del asesinato reflejada en las gafas de la esposa y la pelea final entre Guy y Bruno en el tiovivo. Para ser de los años 50 es bastante espectacular. Esto me ha dado ganas de volver a leer el libro. A ver si cae pronto.

1 comentario:

  1. Gracias y bienvenidos. Yo también voy a seguir el vuestro, le he echado un ojo y mola.

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