Aparentemente la novela transcurre en un mundo
similar al nuestro, aunque algunos detalles nos hacen pensar en algún
tipo de estado policial; todo aquel que habla mal del Comandante y/o
de la Larga Marcha “desaparece” de noche y no se le vuelve a ver.
Aquí el acontecimiento que paraliza la nación no es la Superbowl
sino la Larga Marcha. Es una especie de Maratón en la que participan
jóvenes de menos de 18 años y tienen que recorrer buena parte del
estado de Maine, al menos 500 y pico kilómetros. Las normas son
sencillas. Puedes ir corriendo o andando, siempre que no bajes de los
6,5 km/h, pero a partir de que empiezas ya no puedes detenerte en
ningún momento, ni para dormir, ni para hacer tus necesidades, ni si
te da un calambre o tropiezas. No hay excusa que valga. Si por
cualquiera razón bajas de los 6,5 km/h te dan un aviso; tras el
tercero te vuelan la cabeza, así de simple. Aunque los avisos pueden
ser borrados si estás una hora sin recibir ningún otro (es una hora
por cada aviso). Solo uno será el ganador, todos los demás caerán
por el camino, y éste conseguirá, aparte de una cuantiosa suma
económica, aquello que más desea en el mundo.
Nosotros nos enteramos de todo esto a través de
los ojos del protagonista, Ray Garraty, un chico de Maine cuyo padre
“desapareció” tras hablar mal de la Larga Marcha y que participa
en ella pese a la insistencia de su madre en todo momento de que no
lo haga, que cambie de opinión (cosa que no hace). Ray se hace amigo
de unos chicos que como él esperan a que se les asigne un número y
cuando comienza la Larga Marcha van todos en el mismo grupo, hablando
de sus cosas, conociéndose, hablando de sus motivaciones para
participar en ella, ayudándose entre ellos cuando los ánimos
flaquean y alguno decide arrojar la toalla, y contando anécdotas de
otras Marchas, de participantes que se quedaron congelados en el
sitio y recibieron los tres avisos seguidos y de otros que trataron
de huir, inútilmente. Pero al final solo puede haber un ganador, así
que los que aún siguen en pie en el tramo final deciden ir cada uno
a lo suyo y dejar de ayudarse.
Me leí este libro hace años, pero entonces el
final no lo entendí muy bien, me pareció muy abstracto y nada
claro. He vuelto a leerlo ahora porque decidí leerme de nuevo todos
los libros de “Richard Bachman”, y de paso ver si con una segunda
lectura lo entendía mejor. Les pregunté a algunos colegas que se
habían leído el libro qué habían entendido ellos, y la mayoría
llegó a la misma conclusión, la misma a la que esta vez también he
llegado yo; que el ganador, pese a llegar extenuado a la meta, aún
saca fuerzas para seguir corriendo y un poco más adelante me imagino
que acabará desplomándose y muriendo de puro agotamiento.
Finales aparte, el libro me ha gustado mucho. Los
libros de Bachman me gustan especialmente porque suelen hacer mucha
crítica social. En “Rabia” un chico mata a su profesora y
secuestra a sus compañeros de clase, y se dedican el tiempo a hablar
de lo mal que está la sociedad, de sus problemas y tal, y al final,
todos menos uno, se ponen de su parte. “El fugitivo” trata de un
reality show en el que los concursantes se juegan literalmente la
vida, y este libro es muy similar, porque solo uno de los 100 llegará
con vida a la meta. Además no hay tanta libertad como nos quieren
hacer creer; el Comandante y sus soldados son los que establecen la
ley, y el que los critica o a la Larga Marcha, adiós muy buenas.
Una cosa que destaca mucho en el libro es la
reacción de la gente ante el paso de los corredores. Amontonados
tras las barreras, con pancartas, vitoreando a sus corredores
favoritos (sobretodo a Ray, que es el único de Maine) y deseando
tocarlos o besarlos, pero sobretodo ver cómo éstos son despachados
por su culpa, por hacerles parar, y son salpicados con su sangre. Así
es como “Richard Bachman” nos muestra la verdadera naturaleza del
ser humano, ese morbo por ver cómo quitan una vida delante de ti, y
lo cierto es que resulta bastante chocante.
Y qué decir de la intransigencia de los
vigilantes, que no dejan pasar una. Menuda frialdad. ¿Tienes un
calambre o una piedra en el zapato? Búscate la vida. Qué cabrones.
Pero todos estos ingredientes convierten a éste en un muy buen
libro, de fácil lectura y muy ameno, tan fácil que te enganche como
cualquiera de sus mejores libros. Además hay que reconocerle su
mérito a Bachman, porque escribir un libro de 300 y pico páginas
sobre unos tipos que van corriendo o andando a un buen ritmo todo el
tiempo no parece cosa fácil. Sería interesante que hicieran la
película, ahora que están tan de moda este tipo de historias.
Excelente reseña, Doctor Lecter.
ResponderEliminarPersonalmente, es el libro que más mes gustó de todos los escritos por Stephen King bajo el seudónimo de Richard Bachman. Su forma de redactar violencia, allí, estremece.
¡Saludos!