Los Morris tenían intención de
llevar a sus hijos, Luke y Lizzy, y al amigo de Luke, Clay, al parque
temático de Zoo Gardens, pero acaban perdiéndose y llegan hasta un
tétrico parque de atracciones llamado Horrorlandia. Nada más llegar
su coche explota sin ninguna razón, y mientras sus padres van en
busca de un teléfono para alquilar otro coche, los tres niños
tienen permiso para recorrer el parque de atracciones y montarse en
todas las atracciones que puedan. Pero algo extraño pasa en
Horrorlandia. El parque está prácticamente desierto y las
atracciones en las que se montan y/o entran, El Tobogán Maldito, la
Casa de los Espejos, el Crucero en Ataúd, son verdaderamente
terroríficas y los efectos especiales son demasiado buenos, como si
fueran reales...
Tengo que decir que me gustó más el
otro que leí, el de “¡Hay algo vivo!”. Este es únicamente
entretenido, y como lo recordaba claramente de la serie, pues no me
sorprendió tanto su giro de las últimas 30 páginas. Supongo que si
lo hubiera leído con 10 años mi reacción habría sido muy
diferente.
Eso sí, es muy fácil y rápido de
leer, y puede hacerse prácticamente de un tirón. Yo así lo hice.
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