Ayla y Jondalar
abandonan el valle y ponen rumbo al oeste, hacia el hogar del Zelandonii y en
su viaje se encuentran con unos Mamutoi, cazadores de mamuts, que los acogen
con agrado. Cuando Ayla les cuenta que fue criada por unos cabezas chatas
algunos no la ven con buenos ojos, pero tras demostrar su pericia con la onda y
el lanzavenablos, su dominio sobre la yegua y el potro y su habilidad curativa,
empezará a despertar la simpatía de la mayoría de ellos, hasta el punto de ser
adoptada por los Mamutoi. Ayla se sentirá atraída por Ranec, un Mamutoi de piel
oscura que también se siente atraído por ella, y a Jondalar esto no se le ha
pasado por alto. A causa de varios malentendidos entre la pareja cada uno
creerá que el otro ha dejado de amarle y Ayla acabará refugiándose en los
brazos de Ranec.
Como me faltaba
por leer el último libro de la serie decidí volver a leerla desde el principio
este año. Suelo leer un libro cada 5-6 libros, pero esta tercera entrega la
pospuse por más tiempo porque no me apetecía nada leer de nuevo lo de Ayla
teniendo “Placeres” con Ranec. Lo leí por primera vez de adolescente y ese momento
me sentó fatal. Me pareció increíble que Ayla le hiciera eso a Jondalar, dado
lo mucho que lo amaba, y me sentí tan traicionado como él.
Pero bueno,
como decidí leerme de nuevo la serie, no me quedaba otra que volver a pasar por
ese mal trago. Sigue pareciéndome fatal y para mi Ayla ha perdido mucho puntos
(mentalmente la llamé de todo), pero ahora entiendo mejor su postura. En su
defensa hay que decir que ella cree que está obligada a tener “Placeres” con
todo aquel que le haga la señal, porque es lo que pasa en el Clan. Aunque esto
no quita que lo que hizo estuvo mal.
Y a partir de
aquí vienen los malentendidos. Jondalar está tenso por los cuernacos y ella
piensa que ha dejado de amarla, y como se acerca a Ranec él también piensa lo
mismo de ella, y ya tenemos el culebrón servido. A mí esto es algo que me
disgusta porque un triángulo amoroso no pinta nada en una novela prehistórica y
le resta puntos, pero no queda otra que pasar el trago, ya que forma parte de
la novela (si quisiera leer novela rosa leería a Danielle Steel). Dejando esto
a un lado la novela me parece magnífica. Ayla por fin encuentra una familia,
los Mamutoi descubren y aceptan que estaban equivocados con respecto a los
cabezas chatas; éstos ven a Ayla como una especie de diosa al ser capaz de
domesticar a caballos, lobos y leones por igual, algo que nunca nadie había
hecho, y de ellos conocemos nuevos sistemas de tallar la piedra y teñir las
pieles, y somos testigos de lo impresionante que es la cacería del mamut. Se nota
que la autora hizo una exhaustiva labor de investigación para que la historia
fuera lo más fidedigna posible.
Bien, el
próximo te garantizo que no tardaré tanto en ponerme con él.
En una larga convalecencia hace unos veinte años me leí los cuatro primeros seguidos y lo cierto es que tuve algunas sensaciones parecidas a las tuyas. Lamentablemente nunca me he puesto con los otros dos libros. Tendré que hacerlo. Un saludo!
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