Jim
Thompson es uno de los mejores escritores de novela negra que ha
habido nunca. Me leí “1280 almas” sin saber quién era y quedé
alucinado. El protagonista era un sheriff que no dudaba en sobornar,
coaccionar e incluso matar con tal de conservar su puesto, y la prosa
y lenguaje de Thompson eran directos y brutales, como un puñetazo al
estómago y no dejaba al lector indiferente. Así que cuando descubrí
en la biblioteca este otro libro suyo no dudé en cogerlo, pues sus
libros no son fáciles de encontrar.
El
protagonista del libro es Roy Dillon, un hombre que de cara al
público se gana la vida como vendedor, pero que en realidad subsiste
a base de pequeñas estafas. Pero la última de éstas le salió mal
y la víctima lo descubrió y le dio una paliza, enviándolo al
hospital. Estando convaleciente Roy debe decidirse entre las dos
mujeres de su vida: su amante Moira Langtry, una mujer seductora y de
mucho carácter que le confiesa que sabe a lo que se dedica realmente
y le propone dar un gran golpe en el hipódromo, y Carol Roberg, su
joven enfermera, una chica inocente e ingenua que le hace creer que
podría llevar una vidas normal a su lado, lejos de los timos. Aparte
de ellas dos, su madre, Lily, vuelve a entrar en su vida tras muchos
años sin saber nada de ella. Su madre se quedó embarazada de él a
los 13 años y nunca se comportó como una auténtica madre ni le
demostró ningún afecto, y que ahora aparezca y quiera cuidar de él
le hace sospechar que se trae algo entre manos.
Yo me imaginaba que esta sería una de esas historias clásicas de timadores en la que el protagonista pone en marcha una gran estafa y que al final descubre que el timado ha sido él, pero nada que ver. El libro tiene unas 200 páginas y casi todo se centra en la relación de Ray con los demás personajes. En eso fue algo decepcionante, aunque sí es cierto que al final hay un giro inesperado. De todas formas me ha gustado y espero leerme más libros de Jim Thompson si puedo.
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