Benton Wesley colabora en un
proyecto de investigación denominado PREDATOR (Psico-Reguladores de
Agresividad Total Reactiva), que consiste en realizar un estudio
neurológico del cerebro de unos psicópatas que se han presentado
voluntarios. Uno de los sujetos, Basil Jenrette, confiesa haber
matado a diez mujeres, cuando solo se le conocen cuatro víctimas, y
le habla a Benton de una de ellas, la propietaria de una tienda de
artículos de Navidad. Benton no tiene constancia de ese crimen así
que le pide a Pete Marino y a Lucy que lo investiguen, para comprobar
si Basil le ha dicho la verdad o se lo ha inventado.
Por otra parte, la doctora Scarpetta
investiga la desaparición de una familia, que podría estar
relacionada con el hallazgo de varias mujeres asesinadas que tenían
unas manos pintadas en los pechos y los muslos.
Como los dos libros anteriores, este también está escrito en presente, algo que por muchos libros que lea sigue pareciéndome raro, ya que lo habitual es escribir en pasado, y como el libro anterior tiene dos tramas paralelas que no parecen guardar relación pero que al final acaban convirtiéndose en una sola. La identidad del asesino resulta ser una revelación sorprendente, tanto su identidad como su género, ya que como no se le describe físicamente das por sentadas ciertas cosas que resultan no ser ciertas, y esto ayuda a que tal revelación sea mayor de la esperada. Lo único que no me gusta del libro es el camino que escoge recorrer Marino. Recuerda mucho al Marino del primer libro, que era grosero y antipático, y no mola nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario