“El único testigo” es la
decimoséptima entrega de la serie “Aprendiz de Jedi”,
protagonizada por un joven Obi-Wan Kenobi.
La
familia Cobral es una poderosa familia criminal que controla el
gobierno del planeta Frego desde hace 20 años. Rutin Cobral quería
desvincularse de los negocios ilegales de su familia y por eso iba a
testificar en su contra en el Senado Galáctico, pero fue asesinado
antes de que pudiera hacerlo. Su viuda, Lena, quiere hacer lo que él
no pudo, y la misión de Qui-Gon y Obi-Wan será viajar a Frego y
escoltar a Lena hasta Coruscant. Pero una vez en Frego descubren que
Lena no ha sido del todo sincera. Es verdad que pretende testificar
en el Senado pero no tiene en su poder las pruebas que Rutin tenía
contra su familia. Solo le pide a los Jedis dos días para
conseguirlas. Qui-Gon, que aún está afectado por la muerte de Tahl,
quiere desentenderse de ella, pero Obi-Wan lo convence para esperar
esos dos días.
Pero
conseguir las pruebas contra los Cobral no será tan fácil como Lena
cree, pues su cuñado Solan, que está al frente de los negocios de
la familia y sabía lo que su hermano Rutin pretendía hacer, no
dudará en matarla a ella también con tal de proteger los intereses
de la familia.
El
libro está bien, después de lo intensa y absorbente que fue la
trilogía que precede a esta novela, es bueno leer una historia más
ligera y relajada que sirva para templar los ánimos. Qui-Gon aún
sigue hecho polvo por la muerte de Tahl y ha levantado un muro entre
él y los demás; siempre que Obi-Wan trata de decirle palabras de
consuelo él cambia de tema y prefiere estar solo en su cuarto, algo
que tiene preocupado a su padawan, que no sabe cómo afrontar. Lo
bueno de esta entrega es que Qui-Gon admite el error de su postura y
empieza a abrirse con Obi-Wan. Sobre la trama en sí, tiene bastante
intriga y varios giros inesperados que te dejan con la boca abierta,
sobretodo al final.
Bueno,
una más y se acabó.
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