Un hombre que lleva años con bigote decide afeitárselo y darle una sorpresa a su mujer, pero al verlo ella no reacciona. Esa noche cenan con unos amigos pero ellos tampoco reaccionan ante su nuevo aspecto y el hombre cree que su mujer ha hablado previamente con ellos para que no le dijeran nada.
En el trayecto a casa él le echa en cara que no le haya dicho nada sobre su bigote, pero ella no sabe de qué le habla, él nunca ha tenido bigote. El hombre cree que lo está vacilando (su mujer tiene un sentido del humor muy peculiar, a una vecina le hizo creer que habían levantado un muro de ladrillos en su puerta) y que está llevando la broma demasiado lejos. Ella se muestra preocupada e inquieta por lo que está diciendo, pero él sigue pensando que se la está dando con queso. Busca las fotos de ambos para demostrarle que siempre ha tenido bigote, pero inexplicablemente han desaparecido, y cuando le enseña su carnet, ella cree que ha pintado el bigote con rotulador, y se lo rasca hasta destrozárselo.
El hombre empieza a pensar que su mujer está loca y que debería ir al psiquiatra pero, ¿y si resulta que el loco es él?
Esta es una novela muy tata, muy kafkiana.
Parte de una situación extraña que hace que dudes de todo lo que pasa luego, pero bien puede estar loco el protagonista o estarlo su mujer; durante buena parte de la novela puede ser cualquiera de ellos o que ella le esté gastando una broma que lleva muy lejos. Pero pasado el ecuador del libro ya queda claro quién es el loco.
El libro es bastante corto, unas 160 páginas, y se lee prácticamente solo, pero es un sinsentido y al final no tienes una gran explicación que lo aclare todo. De hecho el final en sí es otra ida de olla. En resumen, no he entendido gran cosa de lo que he leído. ¿Lo recomiendo? Más bien no.
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