El primer intento de Emmanuel Carrére de escribir “El adversario” (libro sobre el caso real de Jean Claude Romand, que se hizo pasar por médico durante 20 años y que cuando su mentira empezó a tambalearse mató a su mujer, a sus hijas y a sus padres) acabó en un callejón sin salida, así que dejó el proyecto de lado. Sin embargo, el caso le inspiró para escribir “Una semana en la nieve”, que publicó en 1995.
El protagonista es un niño de ocho años llamado Nicolas, que va a pasar una semana en la nieve con su clase, en una estación de esquí. A su padre no le convence la idea de que haga ese lago viaje en autobús, con la nieve, placas de hielo, etc, así que decide llevarlo en su coche personalmente. Pero tras dejarlo allí, Nicolas se da cuenta de que su padre se ha olvidado de sacar su maleta del maletero, así que no tiene ni ropa de invierno ni pijama para dormir.
Uno de sus compañeros tiene que prestarle un pijama, pero el único que se ofrece es Hodkann, el matón de la clase, y así es cómo se hacen amigos, algo que en cierto modo atemoriza a Nicolas, pues si Hodkann se fija en ti eso puede ser algo bueno o algo malo.
Ante
la dificultad de localizar a su padre, el monitor de esquí lleva a
Nicolas al pueblo a comprarle ropa, y allí se entera de que la
policía lleva días buscando a un niño que ha desaparecido. Nicolas
se lo cuenta a Hodkann y ambos llegan a la misma conclusión: alguien
se lo ha llevado y a estas alturas ya estará muerto.
Este libro me ha gustado, es mucho mejor que el anterior que leí del autor, “El bigote”, que era un sinsentido. Empieza como una historia bastante simple, el niño que se va de vacaciones a la nieve y las dificultades que van surgiendo, pero poco a poco va adquiriendo tintes más serios y dramáticos, hasta culminar con la desaparición de ese otro niño.
El libro es corto, unas 160 páginas, y se lee fácilmente, y el final es demoledor. Lo recomiendo sin ninguna duda.
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