La novela está protagonizada por Miren Triggs, la joven periodista protagonista de la anterior novela de Javier Castillo, "La chica de nieve", y arranca en el punto donde terminó ésta.
A las afueras de Nueva York aparece una chica de 15 años crucificada y poco después Miren Triggs recibe un sobre anónimo en la presentación de su libro, con una foto polaroid de una chica amordazada y maniatada en el interior de una furgoneta y el texto "Gina Peebles. 2002. ¿Quieres jugar?". Gina Peebles desapareció sin dejar rastro en 2002, hace 9 años y nunca se volvió a saber de ella. Miren participó en las batidas que se hicieron y escribió un artículo sobre el caso.
Esa foto significa que Gina no se fue por su propio pie, y el que envió la foto bien podría ser el que la secuestró, un psicópata retorcido que quiere provocarla para que le dé caza, a raíz de su repentina fama por el caso Kiera Templeton. Miren vuelve a investigar el caso de Gina Peebles desde el principio con ayuda de Jim Schmoer, su antiguo profesor de periodismo, y su investigación les lleva a relacionar el caso de Gina con el de la chica crucificada.
Sus pistas los conducen a una institución religiosa, muy hermética y de estricta disciplina en la que las dos chicas estudiaban.
El libro me ha gustado. Algo que empezaba a cansarme era el abuso de los flashbacks en todos los libros del autor; alternando entre lo que pasa en el presente y lo que ocurrió hace 10-15 años atrás. Aquí al menos no pasa, el libro empieza por el final y luego retrocede tres días y todo ocurre en ese tiempo, y ya está. La trama es muy interesante y engancha como es habitual en Javier Castillo, aunque la motivación del villano para atraer a Miren me parece muy forzada y poco creíble.
Descubrir lo que pasó con Gina es muy impactante y extremo, pero en el mundo real ha habido casos similares e incluso peores, y no es la primera vez que vemos algo asó. Para mí la mayor pega del libro es la misma de siempre, su prosa tan simple. Hace que te enganches enseguida y que el libro se te pase volando, pero una vez terminado te olvidas de él. Yo prefiero que la prosa esté más elaborada. Y como siempre, el final se le va un poco de las manos. Ocurren muchas cosas y es muy surrealista, es difícil de creer que algo así pudiera ocurrir en el mundo real.
En fin, una novela entretenida y amena, y poco más.
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