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martes, 6 de mayo de 2014

Voces que susurran, de John Connolly

El hijo de Bennett Patchett fue soldado en Irak pero a diferencia de muchos de sus compañeros regresó a casa sin ningún problema ni trauma. A pesar de ello hace unos meses se pegó un tiro. El sr. Patchett contrata los servicios de Charlie Parker a causa de una de as camareras que trabajan en su cafetería. Karen Emory está saliendo con un individuo que a él no le gusta nada, Joel Tobías, que fue el líder del pelotón en el que estaba su hijo. El sr. Patchett cree que la maltrata y que está metido en algún negocio ilegal; Tobías es camionero y hace muchos viajes cruzando la frontera con Canadá, lo cual significa algún tipo de contrabando. Así que lo que el sr. Patchett quiere es que Charlie Parker obtenga pruebas de ese negocio ilegal para mostrárselas a la chica y convencerla de que abandone a Tobías. Pero Parker no es tonto y sabe que lo contrata porque cree que Tobías tuvo algo que ver con la muerte de su hijo, pero aún así acepta el caso. 

Parker empieza a seguir a Tobías y descubre que dirige a un grupo de ex-combatientes dedicados al contrabando de obras de arte saqueadas durante la guerra de Irak, y que Damien Patchett no fue el único que se suicidó. Otros miembros de su unidad también corrieron la misma suerte, y antes de hacerlo hablaban de unas voces que les susurraban todo el tiempo.
Una noche, unos hombres enmascarados lo llevan a un lugar apartado y lo torturan para que les diga por qué está siguiendo a Tobías y él acaba diciéndoles la verdad, derrumbado. Estos consideran que el sr. Patchett no es ninguna amenaza i deciden dejar a Parker con vida, aconsejándole que deje de meter las narices si no quiere acabar mal. Pero Parker es muy terco y llama a sus amigos Ángel y Louis para que le ayuden a cargarse a esos hijoputas y descubrir toda la verdad sobre los suicidios.

“Deberíais haberme matado. Deberíais haber permitido que me ahogara en esa agua. Porque ahora iré a por vosotros y no iré solo. Los hombres que me acompañarán valen lo que una docena de vosotros, con instrucción militar o sin ella. No sé a qué os dedicáis, no sé qué tinglado os traéis entre manos, pero sea lo que sea, voy a echarlo abajo y a dejaros morir entre los escombros.
Por lo que me habéis hecho, voy a mataros a todos”.


Charlie Parker ha recuperado su licencia de detective y la de armas y vuelve a hacer lo que mejor se le da. El libro no es el mejor del detective pero sí es muy bueno, y se nota que Connolly se documentó sobre el tema de los ex-combatientes y el estrés post-traumático y otras taras psicológicas, porque en ese aspecto es muy riguroso. Me encanta sobretodo el toque sobrenatural de la novela, esa especie de caja de Pandora de la que salen los susurros que acaban volviendo loco a todo aquel que la tiene cerca. Y también lo de la identidad que quiere ver muerto a Charlie Parker desde antes incluso de que naciera (esto sale un poco en cada libro) y las breves apariciones del Coleccionista, que parece saber más de Parker que el propio Parker. Estaba pensando que sería interesante leerlos todos desde el principio, por eso de tener la historia más fresca y tal, pero eso a ver cuándo lo hago. Hace unos días descubrí sorprendido que los dos siguientes libros de la serie ya habían salido en bolsillo, así que espero ponerme con ellos dentro de poco. Al menos el primero de ellos.

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