El destino de
Jacob e Immanuel Gabriel era viajar a Xibalba, derrotar a la Abominación y
liberar el alma de su padre, Michael Gabriel, así está escrito en el Popol Vuh,
el libro maya de la Creación, pero en el último momento Manny decide no ir y su
decisión tiene graves consecuencias para la línea temporal. La Tierra sufrirá
un nuevo cataclismo en 2047 que la destruirá por completo y acabará con la
especie humana y su salvación depende de Manny. El problema es que Manny no
puede hacer nada para detenerlo… en 2047. Su plan es viajar al pasado
utilizando un agujero de gusano e impedir que la máquina del Apocalipsis sea
activada (esta máquina no es otra que el acelerador de partículas del CERN, que
al ser activado causará la destrucción del planeta en 2047).
Manny aparece
en 1990 en el desierto de Nazca, pero el viaje ha sido muy traumático y no
recuerda quién es ni qué hace allí y en aquel lugar se encuentra sin saberlo con su abuelo Julius
Gabriel y su padre Michael, siendo este un adolescente. Ellos lo acogen con él
pues creen que puede estar relacionado de alguna forma con la profecía maya,
pero lo que Manny ignora es que su sola presencia en el pasado está alterando
la línea temporal drásticamente.
Tal y como
acababa el segundo libro no podía imaginarme cómo continuaría la historia (en
mi opinión terminaba en un callejón sin salida) y me sorprendió que optara por
el viaje en el tiempo. Creo que ya mencioné en las reseñas de los libros
anteriores que me encanta lo de los viajes en el tiempo, las paradojas temporales
y todo lo referente a ello, así que este libro me ha encantado. Es un poco como
“Regreso al futuro”, que Manny viaje al pasado y conozca a su abuelo y a su
padre cambia la línea temporal y Steve Alten vuelve a presentarnos los sucesos
que tuvieron lugar en el primer libro ligeramente cambiados debido precisamente
a la presencia de Manny en el pasado. En la historia original Pierre Borgia
dejaba en ridículo a Julius durante su conferencia sobre el apocalipsis maya,
causándole un infarto que lo mataba. Su hijo Michael se volvía loco y apuñalaba
a Borgia en el ojo, dejándolo tuerto, y lo ingresaban de por vida en un
manicomio, donde conocía a la doctora Dominique Vázquez. Pues en esta nueva
línea temporal Michael no se encuentra presente en la conferencia y es Manny el
que apuñala a Borgia y el que es encerrado en un manicomio, y Michael se pone
en contacto con Dominique para que le ayude a sacar a Manny de allí. Esto mola
un montón.
Lo único que no
me gustó fue su epílogo. No he acabado de entenderlo y eso de que acabe en plan
“continuará” no pega con el resto del libro. Creo que Alten debió ahorrárselo.
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