“La herencia”
es la continuación de la primera novela de John Grisham, “Tiempo de matar”, y
tiene lugar tres años más tarde. Jake Brigance alcanzó la fama con el juicio de
Carl Lee Hailey y creyó que su carrera como abogado defensor no haría más que
subir como la espuma, pero su éxito fue solo momentáneo y tres años después su
bufete sigue teniendo los mismos problemas económicos que por aquel entonces.
Algunos miembros
del Ku Klux Klan que le quemaron la casa fueron identificados y acabaron en
prisión mientras que otros siguen en libertad, razón por la que tres años
después del juicio de Carl Lee Hailey aún tiene que contar con escolta
policial.
Seth Hubbard es
un conocido empresario del pueblo de Stanton cuyo cadáver es encontrado el
primer domingo de octubre colgado de la rama de un sicomoro. Seth tenía cáncer
de pulmón y decidió suicidarse antes que alargar su sufrimiento. El lunes todo
Stanton se levanta conmocionado por la sorprendente noticia, pero para Jake las
sorpresas no han terminado, pues al llegar a su bufete se encuentra un abultado
sobre remitido por el fallecido con fecha del sábado, un día antes de
suicidarse. En su interior encuentra un testamento escrito a mano y una carta
de Seth dirigida a él en la que le pide que se haga cargo de su última voluntad
y testamento. Seth y Jake no se conocían de nada pero Seth siguió el desarrollo
del juicio de Carl Lee Hailey y quedó convencido de que Jake era el abogado
idóneo para encargarse de su testamento. Seth ha dejado fuera del testamento a
sus ex-mujeres, hijos y nietos y le ha dejado toda su fortuna (que es considerable)
a su criada negra, Lettie Lang. Seth le advierte que su familia no dejará las
cosas como están y que lucharán con uñas y dientes por lo que creen que les
corresponde y que debe estar preparado para lo que se le viene encima.
No sé cómo he
tardado tanto en decidirme a leer este libro. Hace por lo menos dos años que lo
tengo y a mí Grisham me encanta, de hecho me he leído todos sus libros hasta la
fecha, pero cuando lo compré creo que trataba de leerme la mayor cantidad de
libros posibles y supongo que lo aplacé porque era un tocho de casi 600 páginas
y el tiempo que me hubiera llevado leerlo podía leerme dos de 300 o tres de 200
(los dos últimos años he pasado la barrera de los 100). Pero este año me he
propuesto leerme la mayoría de libros que tengo pendientes en casa desde hace
años, y al de Grisham ya le tocaba.
Sin contar su
serie juvenil de Theodore Boone esta es la primera vez que Grisham escribe la
secuela de uno de sus libros y a mí me ha encantado saber cómo le han ido las
cosas a Jake Brigance. El libro salió un poco después que “Doctor Sueño”, de Stephen
King, y por eso me imaginé que también transcurriría 30 años después del primer
libro, pero me alegró comprobar que solo habían pasado unos pocos años desde “Tiempo
de matar”. El libro me ha encantado, por supuesto, Grisham es uno de mis
autores favoritos y me gustan tanto sus thrillers legales como los que no lo
son, no es tanto de qué trate la historia sino de la forma de contarla. El libro
es bastante extenso, unas 570 páginas (en orden decreciente están “El jurado”,
de 640, “Tiempo de matar”, con las mismas páginas que este y “Cámara de gas” de
550, pero en general sus libros andan entre las 400 y las 500 páginas) pero
Grisham tiene una prosa muy ágil y absorbente y desde el principio ya estás
enganchadísimo. En el tramo final descubres toda la verdad sobre el suicidio de
Seth Hubbard (por qué escogió ese sicomoro para ahorcarse, por qué le dejó su
fortuna a Lettie Lang y cuál fue ese terrible suceso del que fue testigo junto
con su hermano siendo niños), que es una historia muy impactante y te remueve
algo por dentro.
Como final,
decirte que este libro tiene más referencias cruzadas que ningún otro libro de
Grisham. No sé si te has dado cuenta pero varios libros de Grisham transcurren
en el pueblo de Clanton, donde se ambientaba “Tiempo de matar” (yo lo descubrí
mucho tiempo después de haberlos leído) y aquí hay referencias a todos ellos. Obviamente
el primero es “Tiempo de matar”. Luego se habla en cierto momento de un abogado
que se fugó con la pasta de sus clientes; esta historia nos la cuenta Grisham
en uno de los relatos de “Siete vidas”. Uno de los personajes secundarios
resulta ser el protagonista de “El último jurado”, que estaba ambientada en
Clanton en los años 70. Entre ambos libros pasan unos 20 años y aquí se nos cuenta
cómo le fueron las cosas a Willie Traynor desde entonces (spoiler: nada mal), y
por último el juez Atlee, el juez del caso de la herencia de Seth Hubbard. Es el
mismo de la novela “La citación”. El nombre me sonaba muchísimo pero no sabía
de qué, hasta que en un momento dado el juez Atlee le habla a Jake de sus
hijos, uno profesor de Derecho y el otro que está ingresado en un centro de
desintoxicación. Entonces me di cuenta (los hijos son de hecho los
protagonistas de esa novela).
A la vista está
que Stephen King ya no tiene el monopolio de las referencias cruzadas entre
libros. Procuraré estar más atento a partir de ahora.
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