Esta es la tercera entrega de la saga de Elliot Tomclyde, de un total de cinco. Hace unos años me leí las dos primeras entregas (Elliot Tomclyde y Elliot y el limbo de los perdidos), que tenían en la biblioteca y me he pillado para la tablet los restantes libros. Por eso he vuelto a leer los dos primeros libros antes de ponerme con este, para refrescar la memoria (si hubiera empezado directamente con el tercero no habría sabido quién era quién ni nada). Si quieres saber de qué van los dos primeros libros puedes leerte las correspondientes reseñas que escribí en su día, lo que no voy a hacer es volver a contar aquí de qué van, la reseña me quedaría larguísima.
En un museo de El Cairo dos vigilantes son golpeados por unas momias, que han vuelto a la vida, y se van del lugar siguiendo un extraño gas verde. Cuando los vigilantes se despiertan no recuerdan nada de lo sucedido. Mientras tanto, , Elliot está pasando las vacaciones con su amigo Eric y sus hermanos y una noche un trenti le roba a Elliot su Piedra de la Luz. Elliot lo sigue y descubre que Tánatos ha ofrecido a los trenti la capacidad de tocar el agua, su punto débil, a cambio de que le entreguen a Elliot. Elliot consigue escapar y se encuentra con el Oráculo, que le informa de que a raíz de la muerte de Aureolus Pathfinder, representante del elemento Fuego en el Consejo de los Elementales y director del colegio de Blazeditch, y a las elecciones que se han convocado para elegir a su sustituto, lo mejor para él es que estudie allí. Elliot está encantado porque allí coincidirá con Sheila, la chica que le gusta, y su mejor amigo Eric.
Por su parte Sheila está pasando por el peor momento de su vida. Su padre ha sido encerrado en la prisión de Nucleum, en el centro de la Tierra, por colaborar con la hechicera Wendolin (la villana del segundo libro). Pero entonces un siniestro personaje le promete liberar a su padre a cambio de que le entregue a Elliot Tomclyde, y ella acepta...
El libro está bastante bien. Esta saga es un poco como la de Harry Potter, aunque tiene un tono mucho más juvenil y en las comparaciones obviamente sale perdiendo, pero es bastante entretenida y se lee fácilmente. Claro que si tuviera 8 o 9 años me habría gustado mucho más que leerla con 36.
Ahora me tomaré un descanso de Elliot Tomclyde, que me he leído los tres libros seguidos.
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