Rhoda Gradwyn, una prestigiosa periodista de investigación, ingresa en la clínica privada del doctor Chandler-Powell en Dorset, Cheverell Manor, para quitarse una antigua cicatriz que le atraviesa el rostro desde que era niña. Durante su primera noche de convalecencia alguien entra en su habitación y la estrangula hasta matarla. Adam Dalgliesh se traslada a Cheverell Manor con su equipo, la inspectora Miskin y el sargento Benton-Smith, para hacerse cargo del caso.
Esta es la última novela protagonizada por Adam Dalgliesh y también la última que me faltaba por leer de la autora. Me ha gustado especialmente, tal vez por ser la última de la serie, y la trama resulta intrigante y está muy bien construida. Hay que decir que la autora lo publicó a los 88 años, lo cual es digno de admiración (me encantaría estar igual de ágil mentalmente a esa edad) y una vez más el asesino resulta ser quien menos te esperas. Yo no soy de esos que elucubran quién puede ser el asesino, simplemente me dejo llevar por la historia sin tener un claro sospechoso, y así al final la sorpresa resulta ser mayor.
Bueno, cuando murió P. D. James decidí leerme toda su obra, y la mayoría me la leí estos dos últimos años, además en orden cronológico. Ahora puedo decir que lo he hecho, tacharla de mi lista y pasar a otra cosa. Pum, chao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario