El museo Dupayne es una pequeña institución dedicada al periodo de entreguerras, conocido principalmente por la llamada Sala del Crimen, una sala dedicada a los crímenes más destacados de esa época.
El museo está administrado por los tres hermanos Dupayne, Neville, Caroline y Marcus, y en los próximos días tienen que renovar el contrato de arrendamiento del museo. Su padre dejó establecido que para hacerlo el voto debía ser unánime; si uno solo de ellos vota en contra el museo deberá cerrar sus puertas y ponerse a la venta. Neville está decidido a votar en contra. Opina que no está bien vivir del pasado y que es hora de que el museo cierre para siempre. Sus hermanos no son capaces de hacerle cambiar de opinión y unos días más tarde Neville aparece muerto quemado vivo en su coche, en el garaje del museo, una muerte similar a uno de los casos de la Sala del Crimen.
Adam Dalgliesh, junto a los inspectores Kate Miskin, Piers Tarrant y Benton Smith, investigarán el crimen, que no será el único.
El libro me ha gustado. El crimen tarda unas 150 páginas en producirse y en esas páginas conocemos el contexto de la trama, dónde se ambienta la historia, todos los personajes relevantes, principales y secundarios, y quién será la víctima (nota mental: cuando varios personajes odian al mismo tipo, esa será la víctima). En otras ocasiones esto me resultaba algo lento pero esta vez no ha sido así (tal vez será por leerlo en la tablet, quién sabe). En las últimas ciento y pico páginas se producen algunas revelaciones bastante sorprendentes, y la identidad del asesino sin duda lo es. Jamás habría adivinado que sería esa persona. Pero ahí está la gracia, ¿no?
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