Hace 14 años una niña de 7 años llamada Shoko Amamiya fue secuestrada al norte de Tokio. El secuestrador exigió 20 millones de yenes y la policía tenía listo un operativo para seguir el dinero y capturar al secuestrador, pero algo salió mal y el secuestrador logró huir con el rescate. Cinco días después la niña apareció muerta y desde entonces el caso sigue abierto y las pistas no han llevado a ninguna parte.
A falta de un año para que prescriba el caso, el comisionado general de la policía de Tokio planea hacer una visita oficial para dentro de una semana, para revitalizar el caso. Visitará el lugar donde se encontró a la niña y le presentará sus respetos a los padres.
Yoshinobu Mikami, jefe de prensa de la Jefatura de Policía de la prefectura D y uno de los inspectores que trabajó en el caso, tiene la ardua tarea de organizarlo todo. Mikami acude a casa del señor Amamiya para pedirle permiso para la visita del comisionado, pero éste le dice que no, que no es necesario, sin darle ningún motivo.
Para Mikami esto es un problema, ya que no puede aceptar un no como respuesta, y cree que algo tuvo que pasar entre él y la policía, tal vez no le gustó la forma en que se llevó la investigación o se enfadó por la falta de resultados.
Mikami habla con algunos de los inspectores que trabajaron en el caso, pero alguien de arriba ha establecido un bloqueo entre el Departemento Criminal y Administración, y les han ordenado no darles ninguna información ni de ese caso ni de ningún otro. Así que Mikami decide investigar por su cuenta todo el caso, para averiguar lo que salió mal aquella noche y qué provocó el enfado de Amamiya con la policía. Algo que reabrirá viejas heridas y molestará a ciertas personas.
Esta ha sido mi primera novela policiaca japonesa y lo cierto es que me ha gustado. Sinceramente no es lo que me esperaba; pensaba que sería la típica novela policiaca, pero se centra principalmente en el politiqueo entre Departamentos y los problemas con la prensa, y la resolución del caso Seis Cuatro queda para el tramo final. El autor se toma su tiempo para contar las cosas, la novela se desarrolla lentamente y es bastante filosófica, pero yo la he disfrutado. Después de esta experiencia creo que seguiré leyendo más novelas japonesas.
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