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lunes, 22 de septiembre de 2014

El inocente, de Michael Connelly

Me he leído todos los libros de Michael Connelly menos los tres últimos y de hecho me los he leído dos veces solo para hacer la correspondiente reseña y de paso refrescar la memoria. En total me quedan por reseñar tres o cuatro libros suyos, así que por eso me he vuelto a leer este libro. Por eso y porque cuando vi la película tenía en mente la historia del que le sigue, “El veredicto”, y la de éste la tenía medio olvidada, y así pues refresqué la memoria. 

“El inocente” (cuyo verdadero título es “The Lincoln Lawyer”, o sea, “El abogado del Lincoln”) es el primer libro de la nueva serie de Michael Connelly (nueva, nueva, no; el libro es de hace 5 años. Pero si la comparamos con la de Harry Bosch sí lo es, la de Bosch lleva 16 mientras que esta lleva 3 o 4) y está protagonizado por el abogado defensor Michael Haller. Los que sois fans de Connelly seguro os sonará este nombre. Sí, así se llamaba el padre de Harry Bosch y por lo tanto, Michael Haller es su hermanastro. Haller se gana la vida defendiendo a drogadictos, traficantes y prostitutas, pero un día llega a sus manos un caso importante; Louis Roulet, perteneciente a una familia adinerada, es acusado de agresión e intento de asesinato de una joven actriz, aunque él insiste en su inocencia y que todo es una encerrona.
Haller, que nunca ha tenido un cliente realmente inocente, empieza a creer a Roulet, y envía a Raul Levin, su investigador privado particular, a investigar concienzudamente el asunto. Gracias a su ayuda Haller descubre información que su cliente le ha ocultado y que no le hace parecer tan inocente como en un principio parecía, y hasta es posible que Roulet esté relacionado con un caso que llevó dos años atrás…

Aquí Connelly le pisa el terreno a John Grisham y se mete en el mundillo de los abogados, aunque no es del todo un thriller judicial como los de Grisham. Sigue siendo novela policiaca, pero en vez de estar protagonizada por un inspector de Homicidios (que hace las cosas más fáciles, lo está por un abogado.
El libro tarda un poco en arrancar. El caso Roulet avanza despacio y en las primeras ciento y pico páginas no parece ocurrir gran cosa y solo vemos a Haller defendiendo casos sin importancia, traficantes, prostitutas y moteros, aunque más adelante descubrimos que estos casos también hacen su pequeña aportación a la trama principal y además nos muestran qué tipo de abogado es Haller. Lo cierto es que pese a que es el protagonista no es ningún santo. A él no le importa si su cliente es culpable o inocente, sino si las pruebas pueden demostrar si es culpable o inocente, y no siente ningún arrepentimiento al exprimirle a su cliente hasta el último centavo, aunque sea engañándole (por ejemplo, le dice a un cliente que necesita 10.000 dólares para traer a un experto fotógrafo de no sé dónde, cuando en realidad dicho fotógrafo no existe). En este aspecto recuerda bastante a Saúl Goodman.

Eso sí, si hay algo con lo que no puede es la idea de no reconocer la inocencia cuando la tiene delante, de meter entre rejas a un hombre inocente sin saberlo. Y eso lo quita el sueño.
El libro es muy bueno, tarda un poco en arrancar, pero una vez entra en materia te engancha igual que con el resto de sus libros. Lo único que me fastidia un poco es esa manía que hay aquí en España de cambiar el título por otro que no se la parece en nada, porque en este caso, por ejemplo, al cambiar “El abogado del Lincoln” por “El inocente” ya te destripan el meollo de la novela (no es hasta las casi 200 páginas que descubres que hay un inocente en prisión). No sé qué cuesta hacer una traducción literal, joder.




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