“Viento en los
sauces” es un clásico de la literatura infantil publicado en 1908
y nació como una historia que Kenneth Grahame le contaba a su hijo
Alistair sobre un ratón, una jirafa y un topo. Cuando en 1907
Alistair se fue de vacaciones le pidió a su padre que siguiere
enviándole por carta nuevas aventuras de estos simpáticos animales,
y así surgió el libro. Grahame sustituyó a la jirafa por un tejón
y por último se unió al grupo un sapo y así éste ya quedó
definido.
Un buen día, el señor
Topo sale de su cueva a la superficie. En el río se encuentra con el
señor Ratón, del que se hace amigo. Tras una temporada viviendo
juntos, ambos deciden hacerle una visita al señor Sapo, el animal
más rico de la zona. Tras una animada charla, el señor Sapo les
muestra su nueva adquisición, una caravana. Al día siguiente
pretende partir en busca de aventuras, y les ofrece la oportunidad de
acompañarle. El señor Ratón acepta de inmediato, pero el señor
Topo, que no es amante de los riesgos, duda. Finalmente le convencen,
y por la mañana comienzan su viaje.
Recuerdo que de niño
vi la película de dibujos, aunque buscando en la Wikipedia resulta
que es un corto de 1949, pero ya te digo que era muy niño y la
recuerdo vagamente. En 1996 Terry Gillian hizo una versión con
actores reales, con la panda de los Monty Phyton, y algo que yo no
sabía, en 2003 Guillermo del Toro quiso hacer una versión en
animación por ordenador al estilo de Polar Express o la última de
Tarzán, pero tras una reunión con la productora en la que alguien
le sugirió que el señor Sapo fuera en monopatín y utilizara
expresiones guays” se levantó, les dio las gracias por dedicarle
su tiempo y no quiso saber nada más del tema. Algo parecido a su
intento fallido de adaptar “En las montañas de la locura” de
Lovecraft. Es que así no se puede.
En fin. El libro habla
mucho sobre la naturaleza, la amistad y el compañerismo y contiene
algunas críticas a la alta clase social representada por el señor
Sapo; es el animal más rico del bosque y siempre está empezando
cosas y dejándolas luego a medias y cree que dada su condición
puede hacer la que le dé la gana sin sufrir las consecuencias.
Siempre que le echan la bronca se muestra arrepentido y promete
cambiar, pero a los cinco minutos ya está otra vez de vuelta a las
andadas, aunque por fuerza de insistir acabará aprendiendo la
lección.
Pese a ser un libro
para niños también puede ser leído por adultos sin ningún
problema, es de fácil lectura y muy ameno, y tiene moraleja, que es
lo que a mí me gusta. La única pega es que a veces no parece
ocurrir gran cosa, solo se ve a los protagonistas haciendo sus tareas
o disfrutando del paisaje o conociendo a otros animales y las páginas
van avanzando sin propósito alguno.
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