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jueves, 26 de junio de 2014

Flores en el ático, de V. C. Andrews

Hace un par de años surgió una conversación bastante interesante con unos colegas sobre libros desagradables, esos libros que te revuelven el estómago y te quitan las ganas de seguir leyendo. Se mencionaron, entre otros, “Flores en el ático” de V. C. Andrews y “La vecina de al lado” de Jack Ketchum. Casualmente, poco después, encontré el primero en un mercadillo de libros de segunda mano (gratis) y me lo quedé para comprobar si efectivamente era tan desagradable como decían, pero como tengo tantos libros amontonados fui dándole largas hasta ahora, que me he decidido a leerlo porque una amiga me lo pidió prestado y lógicamente antes tenía que leerlo.

El libro no es tan desagradable como yo me imaginaba pero sí es bastante fuerte.
“Flores en el ático” es el primer libro de la saga Dollanganger, formada por cinco libros (aunque el último es una precuela) y por ello es el más conocido. Al principio del libro Christopher Dollanganger muere en un accidente de coche. Su mujer, Corrine, no se ve capaz de mantener a sus hijos (es de esas mujeres que necesitan un hombre a su lado) así que le escribe varias cartas a sus padres para ver si pueden irse a vivir con ellos y tras varios intentos la madre responde que sí, pero lejos de alegrarse Corrine se lo toma como la peor noticia posible, porque sus padres son muy jodidos, unos fanáticos religiosos a los que todo les parece mal y a la mínima sacan la vara. Los padres de Corrine son ricos pero Corrine no se habla con ellos desde hace 15 años, cuando ella y Christopher se conocieron, se enamoraron y se fugaron. Porque resulta que su marido era también su tío, aunque era solo 3 años mayor que ella, y por eso la desheredaron y desde entonces no quisieron saber nada más de su hija (a mi modo de ver aquí no hay verdadero incesto, porque Christopher es hermanastro de su padre, así que no es su tío carnal).

El padre de Corrine está enfermo; tiene problemas de corazón y va en silla de ruedas y siempre está rodeado de enfermeras, y Corrine pretende volver a congraciarse con él para que la incluya de nuevo en su testamento, y así, cuando se muera, quedarse con toda su fortuna y poder darle a sus hijos todo aquello que necesiten. Él no sabe que tuvo cuatro hijos con su hermanastro y si se enterara seguramente los pondría de patitas en la calle, o algo incluso peor, así que con ayuda de su madre los esconde en el ático, solo unos días, hasta que vuelva a incluirla en su testamento. Pero esos días dan paso a las semanas, y las semanas a los meses y estos se convierten en tres largos años durante los cuales los cuatro hermanos viven un auténtico infierno, encerrados allí como si fueran animales, bajo el cuidado de su cruel abuela, que no alberga el más mínimo sentimiento hacia ellos, mientras su madre va desentendiéndose poco a poco de ellos, dedicándose a ir de fiesta y a viajar, e incluso volviendo a casarse, y les lleva regalos para compensar sus largas ausencias, como si con eso fuera suficiente, y soltándoles excusas sobre por qué está tardando tanto en arreglar las cosas con su padre.
Durante todo este tiempo son los dos hermanos mayores, Chris, de 14 años y Cathy de 12 los que ejercen de padres de los gemelos, Carrie y Cory, de 4 años, y como están en esa edad en la que sus cuerpos experimentan cambios, empiezan a sentir curiosidad y claro, ellos sí, acaban cayendo en el incesto.

V. C. Andrews
Si me hubiera leído el de “La vecina de al lado” de Jack Ketchum (cosa difícil ya que no es fácil de encontrar) habría dicho sin ningún asomo de duda que es un libro realmente desagradable, porque me leí un resumen del caso real en que se basa, incluído en el libro “Jasper Jones”, y solo con eso ya se me revolvió el estómago. Yo no diría que este es desagradable pero sí es bastante fuerte y contiene algunas escenas muy impactantes.
La abuela es un auténtico monstruo y me parece increíble que trate así a sus propios nietos. En su fanatismo religioso los considera hijos del diablo al proceder de una relación incestuosa, pero vamos, de todas formas son sus nietos. La sangre siempre tira, ¿no? Pero por increíble que parezca es peor la madre que la abuela. Es que no me entra en la cabeza que a alguien pueda cambiarle tanto el chip, pasar de querer a sus hijos con locura a dejarlos abandonados en un lúgubre ático e irse de farra por ahí, y las pocas veces que va a visitarlos les lleva unos regalos para limpiar su conciencia y contarles lo bien que se lo está pasando, con sus fiestas y viajes en yate y su luna de miel, recorriendo toda Europa y encima cuando se lo echan en cara ella se hace la ofendida, que lo que hace lo hace por ellos. Manda huevos. Pero lo peor de todo no es esto sino lo que descubrimos en el tramo final del libro, lo que llega a hacer para conseguir la fortuna de su padre. No hay palabras para describir el grado de indignación e impotencia que invade al lector (o sea, a mí). Pero claro, para saber qué pasa con la madre y la abuela, si reciben o no su merecido, hay que esperar a la siguiente entrega, “Pétalos al viento”. Yo espero poder leerme la saga entera este mismo año.


3 comentarios:

  1. Flores en el ático es un libro que tengo pendiente de leer desde hace tiempo, me parece que puede ser muy interesante. Lo que no sabía es que fuera una serie. En cuanto a "La vecina de al lado", no lo conocía, pero me ha llamado la atención.

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  2. Aquí el caso real en el que se inspiró:
    http://es.wikipedia.org/wiki/Sylvia_Likens

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    Respuestas
    1. Gracias. De todas formas ya lo he buscado. Es bastante escalofriante.

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