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miércoles, 25 de junio de 2014

Maleficio, de Stephen King (Richard Bachman)


William Halleck es abogado y pesa 111 kilos. Una noche atropella accidentalmente a una gitana y la mujer muere. A William lo juzgan por homicidio involuntario pero el juez es amigo suyo y sale libre. Cuando se dirige a su coche, un anciano gitano, Taduz Lemke, el padre de la fallecida, se acerca a él, le acaricia la mejilla y le dice “Más delgado”. Y a partir de entonces William empieza a perder peso. Al principio no le da importancia, solo son 1 kilo o 2, pero a medida que van pasando los días va adelgazando más y más, pese a que sigue atiborrándose de comida. Su mujer empieza a preocuparse y cree que podría ser cáncer, así que va al médico y le hacen un montón de pruebas pero no le encuentran nada. Opinan que podría tratarse de una especia de anorexia nerviosa y quieren internarlo para seguir haciéndole pruebas, pero William no quiere ni oír hablar de ello. Está convencido de que el gitano le echó una maldición y más aún al saber que no es el único. Su amigo el juez Rossington oficialmente está ingresado por un caso de cáncer de piel, pero su esposa le confiesa que empezaron a salirle escamas como un lagarto, y Duncan Hopley, el jefe de policía, que echó a los gitanos del pueblo, sufre un terrible caso de acné que lo ha covertido en un monstruo supurante de pús.

William le cuenta todo esto a su mujer, que no se cree nada y piensa que es una paranoia de su marido y le insiste para que regrese a la clínica y siga haciéndose pruebas. Así que abandona el hogar familiar y se va en busca de los gitanos para que Lemke le quite la maldición antes de que sea demasiado tarde. Para ello contará con la ayuda de Richard Ginelli, un mafioso amigo suyo al que libró de la cárcel.

La verdad es que esto de la maldición gitana parece una tontería, pero Stephen King es muy bueno en lo suyo y consigue transmitirte el terror de la situación que vive el protagonista, ese pánico al ver que hagas lo que hagas sigues adelgazando y adelgazando y adelgazando aunque comas el doble de lo que sueles comer, hasta parecer una víctima del Holocausto judío. Yo personalmente no volveré a tomarme a risa lo del mal de ojo. El libro es muy ameno y poco a poco va metiéndote el terror en el cuerpo, como esas historias de campamento que se cuentan a la luz de una hoguera. La pega es que el final es algo decepcionante. Después de todo por lo que pasa el protagonista, creo que no se merece terminar así. Menuda recompensa.

1 comentario:

  1. woahh!! este no lo he leido y me ha encantado la trama! intentaré conseguirlo cuanto antes!! ;P

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