En 1996 Stephen King
llevó a cabo un experimento bastante peculiar: escribir dos
versiones diferentes de la misma historia y publicarlas
conjuntamente. Así nació el tándem Desesperación-Posesión. Ambas
historias son ligeramente diferentes (aunque la base es la misma)
pero lo más interesante de todo es que los personajes son los mismos
pero aparecen con los roles cambiados (solo hay tres que los
mantienen; John Marinville sigue siendo escritor, Collie Entragian es
policía y Steve Ames es camionero): los que son padres en uno son
hijos en el otro y los que viven en el primero mueren en el segundo,
en mayor o menor grado.
En “Desesperación”,
el sheriff de dicho pueblo está poseído por un ser llamado Tak y
detiene a los que pasan por la Interestatal 50, metiéndolos en las
celdas de su pequeña comisaría para tenerlos en reserva, pues los
cuerpos que ocupa se deterioran en poco tiempo.
El de “Posesión”
transcurre en la calle Poplar de Wentworth, Ohio, a lo largo de dos
intensas horas de un día de verano. Una furgoneta de aspecto
futurista aparece en la calle Poplar y desde su interior alguien
dispara a su paso contra los vecinos que están en la calle y en sus
jardines. Los supervivientes se refugian en dos casas y tras los
primeros momentos de pánico aúnan fuerzas para tratar de averiguar
lo que pasa y quién es el responsable, y conseguir sobrevivir a los
siguientes ataques.
El responsable es Seth
Garin, un niño autista poseído por Tak, que utiliza el poder
latente del chico para materializar de la anda esas furgonetas,
sacadas de la serie de dibujos animados Motokops 2200, para matar a
todos los que viven en la calle Poplar. ¿Y por qué? Pues porque a
Tak le divierte, pero también porque con cada muerte su poder
aumenta.
La primera vez empecé
por el de “Desesperación” y ese me gustó más porque lo
consideré como la novela original y a este como la versión alterna;
me pareció simplemente entretenido. Ahora que he vuelto a leerlo me
ha gustado mucho más. Me encanta cuando King coge a un puñado de
personajes y los pone en una situación de gran tensión y riesgo o
irracionalmente sobrenatural. El libro destila tensión en cada una
de sus páginas y King no pierde el tiempo en prolegómenos, a las
pocas páginas ya estás inmerso en la locura que Tak ha puesto en
marcha, y es tan absorbente que el tiempo se te pasa volando. Y los
interludios entre los capítulos están geniales (los extractos de
diarios y los guiones televisivos), son mi parte favorita. Es
increíble que todo ocurra en apenas dos horas.
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