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lunes, 22 de octubre de 2018

Secuencias de una vida, de Bryan Cranston

De un tiempo a esta parte mi biblioteca está recibiendo un montón de libros nuevos (¡así no hay quien se los lea todos!) y cuando vi en la estantería la autobiografía de Bryan Cranston, literalmente me quedé con la boca abierta, porque tenía muchas ganas de leerla, sobretodo la parte concerniente a “Breaking Bad”.
Me avergüenza decirlo, pero no me animé a verla hasta que empezó la última temporada. En mi defensa diré que había como un millón de series, muchas de ellas muy buenas, y resulta imposible verlas todas, pero al empezar a verla me di cuenta de la joya que tenía delante y lamenté no haberlo hecho antes. Desde entonces Bryan Cranston es para mí uno de los mejores actores de nuestro tiempo. 

Su infancia me recordó bastante a la de Stephen King, porque como en el caso del autor de Maine, el padre de Bryan se largó siendo este un crío. Como no podía ser de otra manera, sus padres se conocieron en clase de interpretación y al igual que el padre de Stephen King intentó ser escritor, el de Bryan también intentó ser actor, pero no pasó de algún que otro papel en películas de serie B. La entrada de dinero en casa no era constante, a veces andaban holgados y otras veces algo apretados (Bryan recuerda que un mes su padre se compró un Cadillac nuevecito y al mes siguiente tuvo que venderlo porque no podía mantenerlo). Las discusiones y peleas empezaron a ser algo habitual y al final sus padres se divorciaron. Luego su padre se líó con una mujer casada y Bryan y sus dos hermanos no volvieron a verle en 10 años. Así que se quedaron con su madre, que se volvió una mujer amargada, demasiado aficionada a la bebida y que no se preocupó mucho por ellos.

Bryan tuvo su primera experiencia con la interpretación en una obra del colegio, pero se equivocó a decir su frase y todo el mundo se rió. Entonces tuvo claro que jamás se dedicaría a eso (jaja, qué gracia, ¿no?).


Antes de que le picara el gusanillo de la interpretación Bryan iba para policía; en la universidad estudió criminología y todo el tema, pero entonces su tutor le recomendó que para tener un currículum más diversificado se apuntara a alguna actividad optativa, así que se apuntó a interpretación, y descubrió que le gustaba. Entonces se encontró en una encrucijada. No sabía si seguir con lo de ser poli o meterse a actor (tenía muy presente la mala suerte de su padre), así que se cogió dos años sabáticos y él y su hermano se montaron en moto y recorrieron todo el país, visitando un montón de sitios, desempeñando todo tipo de trabajos y viviendo situaciones muy diversas (¡incluso fueron sospechosos de asesinato!). Pero al final se decidió por lo de ser actor y regresaron a casa.

Sus inicios fueron como los de cualquier actor, haciendo publicidad (me viene a la cabeza Joey Tribbiani). Su primera oportunidad fue un casting para un anuncio de chocolatinas Mars, en el que tenía que tenía que hacer rapel. En su currículum decía que tenía bastante experiencia en el tema y al hablar con el director le aseguró que no había problema, que si por él fuera lo hacía en aquel momento. Pero en realidad no tenía ni puta idea (¿recordáis a Joey y su experiencia de bailarín?), así que pagó unas clases intensivas para aprender (la primera vez que lo hizo vomitó), pero de los actores que se presentaron al casting él fue el que mejor lo hizo, y le dieron el trabajo.

Su primer papel serio fue en un culebrón llamado “Loving”, en el que estuvo cerca de dos años. Muchos actores que han empezado en culebrones les avergüenza hablar de esa etapa de su vida, pero Bryan habla con orgullo de ella, ya que aprendió mucho de su profesión. “Loving” sufrió muchos altibajos y despidieron a muchos de los actores que salían en ella. En cualquier momento podían despedirte, y que fueras un personaje principal no importaba. Bryan decidió dejarla al cabo de dos semanas pero antes de avisar a la cadena lo despidieron. Lógicamente se cogió un cabreo de narices. Después de eso fichó por una serie policiaca llamada “Brooklyn South”, de los creadores de “Policías de Nueva York”. Esta fue la peor experiencia de Bryan delante de las cámaras. Él estaba acostumbrado a que le enviaran el libreto con el texto para memorizarlo una semana antes, pero aquí no le enviaban sus líneas hasta la noche antes, con lo que no le daba tiempo a aprendérselas antes de rodar, y la mayoría de l tiempo el apuntador tenía que indicarle la frase que tocaba.

Este era el método de trabajo con todos los actores de la serie pero a Bryan no le gustaba, porque sentía que en vez de interpretar a un personaje solo estaba recitando frases, y acabó bastante quemado. Después de esto se dedicó a hacer de actor invitado en un montón de series y uno de sus personajes más recordados es el de dentista loco en “Seinfeld” (yo lo vi en “Babylon 5”). En 1999 dirigió, produjo y protagonizó una película llamada “Last Chance”, con su mujer en el papel protagonista, y cuando estaba montándola lo llamaron para salir en un capítulo de “Expediente X”, escrito por Vince Gilligan, futuro creador de “Breaking Bad” (si Bryan consiguió el papel de Walter White fue gracias a su papel en este capítulo).

Aqui una abeja le picó en los huevos, no es coña.
Y entonces llegó Hal, el padre tontaina de “Malcolm in the middle”. La serie duró siete temporadas, convirtió a Bryan en alguien popular entre el público y recibió las primeras nominaciones de su carrera. Al acabar la serie le ofrecieron un papel protagonista en una serie titulada “Nurses”, una serie tipo “Anatomía de Grey” en la que haría de médico ligón, pero el guión le pareció algo superficial. Lo que realmente le interesaba era hacer el piloto de una serie titulada “Breaking Bad”. Todo lo que vino después, como suele decirse, es de sobra conocido.



Otros años me cuesta decidir cuál es el mejor libro que he leído, siempre me quedo con varios, pero este año no tengo ninguna duda, “Secuencias de una vida” es el mejor libro de este año 2018. Bryan Cranston es un magnífico actor pero también tiene talento como escritor. El libro es estupendo, Bryan escribe como si llevara toda la vida haciéndolo y su prosa es muy amena y con mucho sentido del humor. Cuenta un montón de anécdotas divertidas, aunque imagino que en su momento no lo serían tanto, cuando estaba empezando y trataba de hacerse un hueco en el mundillo y tenía dudas de si lo lograría o acabaría como su padre. Pero lo mejor de todo, obviamente, son las últimas 100 páginas, la parte de “Breaking Bad”. Cómo se hizo con el papel (que parece una historia sacada de la serie “El séquito”), los entresijos de la serie, escenas que inicialmente iban a ser de otra manera pero que Bryan convenció a Vince Gilligan de cambiarlas por el bien del personaje, otras en las que no lo logró, el personaje de Jesse, que iba a morir al principio de la serie pero era tal la química de Bryan con Aaron Paul que se quedó toda la serie, la escena de la muerte de la novia de Jesse, la más desgarradora que ha hecho en toda su carrera, porque de pronto no estaba viendo al personaje de Jane ni a la actriz que la interpretaba sino a su propia hija, estaba viendo morir a su hija (ahí es cuando llora y se lleva la mano a la boca), la muerte de Mike, la recta final de la serie, cuando le robaron en Albuquerque, etc. Solo por esta parte ya merece la pena leer el libro. Es realmente fantástico. Indispensable para cualquier fan de “Breaking Bad”.  

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