Después de que un asesino acabe con toda su familia, un bebé escapa de la cuna en medio de la noche y logra llegar al cementerio más cercano a su casa. Allí será acogido por los bondadosos espíritus que lo habitan, que lo bautizarán como Nadie Owens, Nad, cuidarán de él y lo criarán, y lo ayudarán a protegerse del asesino de su familia, que seguirá buscándolo durante años para terminar el trabajo.
Soy un gran fan de Neil Gaiman y cuando vi que en la biblioteca habían conseguido este libro casi me da algo, y me lo llevé rápido a casa antes de que alguien se me adelantara. Me ha encantado, claro. Es una hermosa historia (si obviamos los asesinatos, claro), aderezada con esos toques de fantasía tan típicos de Gaiman que hacen que la historia se parezca a un cuento de hadas. Gaiman dice que se inspiró en los dos volúmenes de "El libro de la selva" que se leyó de niño, aunque mientras lo leía yo pensaba en Peter Pan, no sé por qué.
Los fantasmas van contándole historias a Nad para entretenerlo a lo largo de los años y como en cada capítulo Nad tiene una edad diferente, bien podrían haberse publicado como relatos independientes (de hecho lo primero que publicó Gaiman de este libro fue el capítulo 4, "La lápida de la bruja", como relato suelto). La prosa de Gaiman me encanta y el libro se me pasó volando. Sin duda una de las mejores lecturas de este año.
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