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viernes, 5 de agosto de 2016

Justine, del Marqués de Sade



Justine” está considerado, junto a “Los 120 días de Gomorra”, como uno de sus libros más polémicos y transgresores. De hecho fue el causante de que pasara el resto de su vida en distintas instituciones sanitarias. De él existen tres versiones: la primera la escribió en 1787 estando en la Bastilla, en unos 15 días. Cuando quedó en libertad en 1790 hizo una segunda versión con más escenas explícitas que vio la luz al año siguiente, y luego en 1797 apareció una nueva versión que reunía en un solo volumen el libro de Justine y el de Juliette. Me imagino que yo me habré leído la segunda versión, que tiene unas 300 páginas.

Justine nos cuenta la historia de dos hermanas, Justine y Juliette, de caracteres muy diferentes, que se separan tras quedar huérfanas y vuelven a encontrarse casi 20 años después, aunque no se reconocen hasta casi el final del libro. Juliette es muy dada al vicio y no duda en prostituirse para sobrevivir, y así acaba haciendo una gran fortuna e incluso acaba casada con un noble, mientras que Justine se aferra a su virtud y a conservarse pura y acaba sufriendo in sinfín de calamidades por ello. De hecho el motivo de que cada una se fuera por su cuenta es que Juliette no entendía la postura de su hermana de querer aferrarse tanto a su virtud, lo que le parecía un auténtico sinsentido.


Pues como 20 años después Juliette está casada con un noble y ve en la calle a unos guardias que meten en un carruaje a una mujer encadenada y en muy mal estado. La mujer, que es su hermana Justine sin ella saberlo, está acusada de varios delitos muy graves y se disponen a llevarla a la horca. Sintiendo curiosidad Juliette le pregunta a la desdichada mujer cómo ha llegado a su actual situación y esta le cuenta su historia, que ocupa casi todo el libro, que básicamente consiste en que cae en manos de tipos que la obligan a cometer toda clase de actos sexuales vejatorios y depravados, y cuando consigue escapar y se cree a salvo, la siguiente persona a la que se encuentra resulta ser peor que la anterior, y así una vez tras otra.

Reconozco que algunos momentos sí son un poco fuertes e incluso diría que desagradables, pero habida cuenta de lo extremas que son algunas películas porno de hoy en día lo que se describe en este libro no es algo que vaya a quitarme el sueño. Claro que hablo como ciudadano del siglo XXI, entiendo perfectamente que estas fantasías sexuales fueran un completo escándalo en pleno siglo XVIII, con una sociedad tan puritana y reprimida como aquella.
El libro no es de los que se leen fácilmente. La prosa de Sade es bastante rebuscada y se va mucho por las ramas, imagino que así se escribía en el siglo XVIII, utilizando muchas palabras para referirse a una sola  cosa. A los genitales se refiera como “templo” de no sé qué y esto a veces resulta algo confuso porque no sé si a la protagonista le están dando por delante o por detrás.  
Además a veces Sade se pone en plan filosófico y alguno de sus personajes suelta un discurso contra los estamentos sociales y la Iglesia, o ataca mediante argumentos la postura de la protagonista por proteger su virtud o defiende con vehemencia el hacer realidad sus fantasías sexuales más depravadas y que no tienen nada de malo y tal, y estas partes son algo rollo.
Es imposible no sentir lástima por la protagonista, a la que someten a las peores humillaciones imaginables una y otra vez. Al final tienes la esperanza de que las cpsas acaben bien para Justine después de todo lo que ha tenido que sufrir, pero es entonces cuando Sade se vuelve realmente irónico. Moraleja: si te dejas follar por todos nadarás en la abundancia pero si vas de remilgada no conseguirás nada en la vida aparte de disgustos.

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