1914.
Alfie
Summerfield tiene 4 años cuando su padre se alista voluntario para ir a la
guerra. Todo el mundo cree que el conflicto durará poco tiempo pero 4 años más
tarde la guerra continúa y el final no se ve cerca. La madre de Alfie consigue
trabajo de enfermera en el hospital para poder mantener a su familia pero aún
así el dinero apenas le llega para comida, así que sin decirle nada a su madre
Alfie falta al colegio para trabajar de limpiabotas en la estación del tren y
va metiendo en su cartera (la de su madre) el poco dinero que gana, sin que
ella se dé cuenta.
Alfie
suele preguntarle a su madre por su padre, pero ella se limita a decirle que
está en una misión secreta sin darle detalles para luego cambiar de tema, y
Alfie empieza a pensar que no le está diciendo toda la verdad. Por una serie de
circunstancias Alfie acaba descubriéndola por su propia cuenta y no es para
nada lo que se imaginaba.
Su
padre no está en ninguna misión secreta sino que lleva 4 años en un hospital
para soldados trastornados por la guerra y descubre que todos sus conocidos lo
sabían y que han estado ocultándoselo. Alfie decide ir a verlo sin decirle nada
a nadie pero de entrada su padre no lo reconoce y no para de farfullar cosas
sin sentido sobre la guerra. Alfie no cree que estar en ese hospital ayude
mucho a su padre y desde su lógica infantil piensa que si vuelve a casa se
pondrá bien, así que pone en marcha un plan para sacarlo de allí sin que le
pillen y llevarlo a casa.
Al igual
que en “El niño con el pijama de rayas” John Boyne nos adentra en una terrible
guerra a través del inocente punto de vista de un niño. “El niño con el pijama
de rayas”
fue todo
un fenómenos literario, pero eso no significa que imitando su fórmula todos los
libros que lo copien vayan a tener el mismo éxito. Está claro que el presente
libro no puede compararse ni de lejos con “El niño con el pijama de rayas”, un
éxito así solo sucede una vez en la vida, pero a mí me ha parecido una muy
buena novela juvenil sobre la guerra y lo mucho que afectó a los soldados que
combatieron en ella, así como a sus familias. Tiene unas 200 páginas y sus
capítulos son cortos y de lectura fácil, como toda buena novela juvenil.
De Boyne
también me he leído “La casa del propósito especial”, una de sus pocas novelas
para adultos, y no descarto volver a leerla.
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