La forma en que está escrito es bastante curiosa, pues según nos cuenta Goldman él no es el autor del libro sino que solo se encargó de editarlo. El autor era alguien llamado Morgenstern, que lo escribió como 100 años antes. Cuando Goldman era niño estuvo muy enfermo y su padre le leyó “La princesa prometida”, que enseguida se convirtió en su libro favorito, luego se lo regaló a su hijo para que disfrutara de la historia lo mismo que él a su edad, pero su hijo no fue capaz de pasar del primer capítulo. A Goldman esto no le entró en la cabeza, ya que la historia era alucinante, y cuando se puso a leerlo descubrió que tenía muchas partes pesadas así que decidió editarlo dejando solo las partes buenas, que es el libro que todos conocemos. Esto deja al lector bastante confuso, llegando a creer que lo que nos dice Goldman es cierto, que el verdadero autor es Morgenstern, pero es todo un cuento. Goldman es el autor de la novela y se inventó lo de Morgenstern, su conflicto con los herederos del autor e incluso la participación de Stephen King en el asunto. Todo esto es muy divertido y aunque sabes que es invención de Goldman no puedes evitar pensar en ocasiones si es realmente inventado o no, y ahí está la gracia.
A todo esto, creo que no hace falta decir de qué trata la novela, ¿no? Es una historia conocida por todos.
Entre libro y película hay unas cuantas diferencias, básicamente en el aspecto de algunos personajes y escenas que no salen en la película o salen de forma simplificada, pero la más importante es el final y lo que menos me ha gustado: mientras que el de la película es un final feliz el del libro es abierto y las cosas parece que pintan mal para nuestros protagonistas. Yo personalmente prefiero quedarme con el final de la película y pensar que todo acaba bien para Wesley y Buttercup. Y con “El bebé de Buttercup” pasa lo mismo, Goldman solo nos ofrece el primer capítulo, que también tiene final abierto, dejando las cosas muy mal para nuestros héroes y a nosotros con ganas de más. ¿Por qué? Bueno, pues porque los herederos de Morgenstern le encargaron a Stephen King que editara la secuela, pues no quedaron muy contentos con el trabajo de Goldman , y King en consideración hacia él le permitió que editara el primer capítulo (otro cuento de Goldman para quedarse con nosotros). Para dejarnos así pudo ahorrarse este capítulo.
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