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viernes, 3 de agosto de 2018

El prisionero del cielo, de Carlos Ruíz Zafón

«El prisionero del cielo» es la tercera novela de la saga del Cementerio de los Libros Olvidados y secuela directa de «La sombra del viento».
Barcelona, 1957.

Daniel Sempere es ahora un hombre casado y con un hijo llamado Julián, y está a cargo de la librería familiar. Atrás quedan los días de intriga y misterio en que se vio envuelto el año anterior y ahora lleva una vida tranquila. Pero esto está a punto de cambiar.

Una noche Daniel recibe la visita en la librería de un misterioso personaje que va preguntando por Fermín Romero de Torres. Al contárselo a su amigo, éste se pone pálido y se ve obligado a contarle a Daniel su historia, aquello que no le contó cuando se conocieron. La historia se remonta a unos 20 años atrás, cuando Fermín estuvo preso en el castillo de Montjuic, lugar al que enviaban a los contrarios al régimen franquista.

Alllí conoce a David Martín (El juego del ángel), al que apodan el Prisionero del cielo, escritor con algunos problemas mentales acusado de varios asesinatos. El director de la prisión, una prominente figura del franquismo llamada Mauricio Valls, tiene escasa habilidad literaria y quiere que David Martín reescriba su gran obra, pero David se niega a hacerlo una y otra vez y Valls le amenaza con hacer daño a su amiga Isabella Gispert, a su marido y a su hijo, el pequeño Daniel Sempere.

Fermín y David se hacen amigos y ambos planean la fuga del primero emulando al Conde de Montecristo, con la condición de que Fermín se asegure de que a los Sempere no les pase nada. Antes de huír Fermín le quita a su compañero de celda una llave y eso es lo que busca el misterioso desconocido, pues la lave lleva hasta el tesoro que éste consiguió con los crímenes de la guerra civil.



Esta tercera entrega de la saga me ha gustado igualmente, pero no ha sido tan profunda y oscura, tan «gótica», como las dos anteriores. Ha sido un poco más «light», como una novela de transición. Inicia nuevas tramas y las deja en el aire y se hace alguna que otra gran revelación para poner toda la carne en el asador en la última entrega, un poco como «Festín de cuervos» de George R. R. Martin.

La única pega, si es que puede llamarse así, es lo concerniente a David Martín. Por lo que se nos dice de él, parte de lo ocurrido en el segundo libro no ocurrió nunca, o no de esa manera, ya que David está loco, y esta es una pequeña decepción. No sé si a alguien más le pasó lo mismo. ¿Es así?

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