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lunes, 13 de agosto de 2018

Tierra de conejos, de César Calvar

César Calvar es un periodista natal de mi pueblo. Calvar es un apellido común y yo conozco a alguno que se apellida así, pero a César Calvar no lo conozco ni lo he visto en persona. Esta es su primera novela y en ella nos cuenta cómo se desarrolló la guerra civil en mi pueblo, Moaña, centrándose principalmente en la comarca de Domayo.
Como digo es una novela y el protagonista es un personaje ficticio, pero otros personajes que aparecen existieron realmente, como el alcalde José Fandiño, que llevaba cuatro meses en el cargo cuando se produjo el golpe de estado y al que fusilaron como a muchos otros, o José Carvajal Quiroga, oficial retirado del ejército que pasó a ocupar la alcaldía tras Fandiño, frasnquista a más no poder.

Y los hechos descritos también ocurrieron realmente, por triste que sea decirlo. Lo sé porque lo que se cuenta aquí son historias que siempre he oído, de boca de mi padre y otras personas de su generación. La guardia civil llevándose a la gente en plena noche y fusilándolas en el monte (entre Moaña y Marín hay una encrucijada de cuatro caminos conocida como Cruz da Maceira donde fusilaron a un montón de gente y hace unos años se levantó allí un monumento a los represaliados. La isla de San Simón, que hoy es un sitio para ir de visita, durante la guerra civil se convirtió en prisión para los enemigos del Régimen y está considerada como la peor del franquismo. Los que se fugaban e iban a vivir escondidos al monte y se unían a la resistencia o los del bando nacional que violaban a las mujeres de los «rojos» y enciman presumían de ello.



Algunos momentos de esta novela son bastante duros de leer y resulta imposible que no te hierva la sangre ante todas las injusticias que tuvieron que soportar los del bando republicano. Mujeres fusiladas solo por estar casadas con republicanos, que les prohibieran a las viudas llevar el luto, esos hombres del bando nacional responsables del fusilamiento de muchos de sus vecinos que al hacerse viejos les da un ataque de conciencia y quieren pedir perdón a los familiares de los represaliados, y lo que para mí es el colmo, que los golpistas tildaran de traidores a los republicanos cuando fueron ellos los que traicionaron al gobierno en primer lugar. No hay palabras.

El libro es muy bueno y totalmente recomendable. Es un tema delicado, sigue siéndolo después de 80 años, pero es necesario hablar de ello.

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